¡DING DONG! Sonó el timbre de la puerta cuando veía la terrible escena del comedor casi hecho un desastre, sin pensarlo dos veces tomé a Dave y viéndolo fijo mencioné –¿Alguna vez has jugado a las escondidas? –y sonreí y mientras se le posaba un gran signo de interrogación sobre la cabeza yo iba abriendo una gran puerta de un armario que teníamos en el comedor y le iba explicando el juego mientras empujaba al dibujo animado para ocultarlo. –¡Ah! ¡Creo que entiendo! –mencionó con alegría y su signo de interrogación se hizo una bola de papel y salió un nuevo signo de admiración. Lo empujé hacia el armario y antes de cerrar por completo la puerta del armario advertí –ten mucho cuidado con las copas, si las llegaras a quebrar mi mamá me mataría, a tu derecha hay copas, a tu izquierda la vajilla de la bisabuela, estás parado sobre manteles, pero no hay problema, eres de papel, no creo que ensucies, no hagas ruido, mientras más silencio haya en éste juego mejor. ¿Está claro? –y sonreí con entusiasmo y lo encerré. Luego salí disparado hacia la puerta y la abrí como si nada estuviera pasando. Y ahí estaba aquel chico con sus enormes ojos de pestañas volteadas y sonrisa amplia –hola. –saludó con timidez y se mostraba un poco cabizbajo demostrando su pena. Y yo chocando mi puño con el de él, luego tomé su mano y le di un abrazo en el que chocamos nuestros cuerpos como grandes amigos. –Pasa, pasa –le dije con entusiasmo y él entró a la casa con los brazos hacia atrás. Y cuando estuvo en la sala me vio fijo y de su espalda sacó un trasto plástico y en él se encontraban unos pedazos de pastel y el sonriente y apenado mencionó que había traído un poco de pastel para compartir. Yo le agradecí y tomé el trasto. –¿Ya listo? –me preguntó con un tanto de entusiasmo para ver la película de terror y yo asentí con una sonrisa. Luego hablamos un poco mientras yo fingía buscar entre el mueble donde se encontraba el televisor la película de terror, sacaba todos los DVD’s, y los ponía uno tras de otro y torcía mis cejas y mencionaba lentamente –pero… ¿Dónde podrá estar? –y me rascaba la cabeza como si realmente no supiera en dónde se encontraba la película y luego sin tener alguna salida, lo vi fijo y torcí mis cejas y levanté mis hombros mientras negaba con mi cabeza –creo que mi hermana se la llevo, lo más seguro –lamenté, y él manteniendo siempre su sonrisa me dijo que realmente no importaba, que importaba el hecho que lo hubiera invitado a pasar un tiempo conmigo. –entonces…¿Tu hermana no está? –me preguntó y yo le conté que estaba solo en casa porque mis familiares estaban en Antigua Guatemala y mientras él elevaba sus cejas y asentía entendiendo la situación preguntó –y… ¿Qué otras tienes? – extendiendo su mano hacia mí, y yo le entregué el paquete de películas y las pasaba una por una, las pasó una y otra vez, unas cinco veces, y cuando por fin se decidió por una, comenté –Esa es buena –y él abrió sus enormes ojos y preguntó –¿Ya la viste? ¡Hay no! ¡Entonces no! –y yo con ganas de somatarme el jarro de flores que estaba sobre la mesa de al lado de los sillones por haber hecho ese comentario le aseguraba que todo estaría bien, que por mi estaba bien verla dos veces. Entonces él sonrió y agregó –pues, gracias. Pero… creo que no es lo que quiero para hoy, de cualquier forma, traje una, esta sí es buena, y no me importaría verla dos veces, o quizás podamos simplemente hablar. ¿No crees? –y yo asentía con una gran sonrisa coqueta. Andrés se levantó del sillón que estaba frente al televisor para ir a devolver las películas a su lugar pero antes de que esto pasara tropezó con la alfombra y todas las películas se cayeron haciendo un gran escándalo por todos los estuches de DVD’s entonces se escuchó un: “¡AJA JA! ¡PERDISTE!” y a continuación un somatón de puerta del armario que estaba situado en el comedor; Andrés con una cara de pánico se volteó a ver quién había dicho eso –¿No estabas solo? –me preguntó, y yo sin saber que hacer me quedé perplejo y negaba con mi cabeza sin saber que decir hasta que de pronto de mi boca salió, no sé cómo –¡Mi sobrino! –y Andrés me miraba con su boca un poco entreabierta y torciendo levemente una de sus cejas –pero ¡Qué mal tío soy! –y me pegaba con mi mano derecha a la frente –¡Olvidé al pequeño Dave! –y sonreía apenado mientras mordía mi labio inferior. Luego fruncí mi seño y comenté –estábamos jugando a las escondidas y… no sé, olvidé por completo que lo tenía por acá –y rápidamente fui hacia el comedor y le hice señales a Andrés para que me esperara, entré al comedor y vi a Dave con su espléndida sonrisa que le llegaba de oreja a oreja y sus ojos vivos y animados –¡Shhh! –soné entre dientes mientras tapaba mi boca con mi dedo índice, y él redondeaba sus enormes ojos y repetía lo que yo hacía y sus mejillas se enrojecían, luego caminé de puntillas y él me siguió imitándome, lo subí al segundo nivel y lo encerré en mi habitación y le dije con seriedad mientras lo señalaba con mi dedo índice en manera de regaño –escucha Dave, ahorita no puedo jugar contigo, tienes que ser obediente, quédate aquí, hazme caso. –y él frunciendo su seño y reduciendo su boquita poniéndola triste me preguntó si ya no quería jugar con él y yo contesté que sí, pero que ahorita no era tiempo, que ahorita teníamos visita. –¿Visita? –repitió tras de mí, y yo afirmé –sí, visita ¡vi-si-ta! –y él mirándome fijo y torciendo su cabeza como un perro sacó de su bolcillo un diccionario y luego se colocó unos lentes que lo hacían ver muy intelectual y guapo lo abrió en la “V” y entonó –Visita: Acción de visitar. Persona que visita. Visita que hizo la Virgen María a su prima santa Isabel. –y terminado de decir esto redondeó sus ojos, una enorme gota de sudor se dibujó sobre su frente, se hizo una bola de papel y se arrojó al suelo, se persignó una cruz y me animó –¡Anda pues! ¡Anda! –y cerré la puerta de mi habitación y salí disparado de regreso con Andrés, y caminando muy recto mencioné que ya lo había dejado acostado –tiene voz ya de hombre –me comentó y yo sonreí falsamente y contesté –sí, sí, ha estado enfermo de la garganta ¿Entonces? ¿Qué quiere hacer el joven? –me animé a preguntarle, y él rió un poco y teniendo su película en mano la agitó y mordió su labio inferior a la vez que levantaba sus espesas cejas. La tomé y la coloqué en el DVD, pronto tomé también el teléfono y marqué a una pizzería para que trajera una pizza –creí que habíamos quedado en comida china –comentó por bromear Andrés señalándome y yo sonreía haciéndole la upa con el teléfono en mano ordenando la pizza.
Mientras la pizza llegaba nos descalzamos y con el televisor apagado aún platicábamos un poco sobre nosotros, y dábamos pellizcadas del pastel que había llevado. –¿Sabes qué me trauma? –preguntaba mientras me sacaba el tenedor plástico sin pastel de la boca –ojos grandes y pestañas volteadas –y a continuación guiñaba mi ojo. –¿En serio? –me preguntaba fingiendo estar sorprendido –y… ¿Qué es lo primero que le ves a un hombre? –me preguntaba con interés, y yo contestaba –uhm… pues… a decir verdad puede ser todo, ojos, labios, pompis, abdomen, cabello, rodillas incluso, a veces manos –y se las tomaba sin pedir permiso para observarlas. –Qué mentiroso –agregaba él sonriente –¿Cómo es posible que le veas cosas diferentes a todos? –me preguntó, y yo le contesté que todos tenían algo bueno, y que miraba lo bonito de la persona y no lo malo; a todo esto, mis manos aún no soltaban las manos de Andrés, entonces preguntó –¿Y ya acabó la inspección de mis manos señor? –y yo le contesté –quisiera nunca hacerlo –y sonreí y él también devolvió esa sonrisa quedándonos sujetos de las manos. ¡Hay no! ¡Mierda! Aquí venía…era una erección, ¡Por qué los hombres somos así! ¡Qué tanto nos cuesta mantenernos! Y claro, creo que sí, verlo, tocarlo, sentir que estábamos solos en mi casa, era casi inevitable. –Ehm… voy por unas chamarras ¿Te parece? –le pregunté y él asintió, me levanté rapidísimo y fui a traer unas a la habitación de mi hermana, arreglé un poco al pequeño travieso que parecía estar emocionado por Andrés, y luego regresé –volví –comenté con una gran sonrisa, había frio ésa noche, me enchamarré y lo dejé fuera de las chamarras a él, él por supuesto me alegó, pero todo era parte del juego. Entonces él también vino dentro de la chamarra a cubrirse –empecemos la película –comentó, pese a que no había pizza aún, y yo sin dudarlo tomé el control y encendí el televisor y el DVD, pronto estuvimos sujetos de los brazos y muy juntos, él recostó su cabeza sobre mi hombro y yo mi cabeza sobre la de él, era increíble, es decir, esas cosas seguramente no las podemos hacer en público, y tener la oportunidad de hacerlo estuvo lindo. Luego olfateé su cabeza y comenté –¡Guau! Qué rico olor, se nota que hoy sí se bañó el joven. –y él solo rió, y yo nuevamente acerqué mi nariz para olerle el cabello y ni lento ni perezoso dejé uno de mis besos en su cabeza.
El me vio fijo y sonrió, a continuación pusimos la película y comenzó aquella escena en una mansión tenebrosa en la que un grupo de jóvenes estaban encerrados, intentaban huir, y de los siete jóvenes que eran una de las jóvenes fue asesinada brutalmente en el baño, ensangrentado se mostraba el rostro de la joven que salía de una escena a otra y nos daba un buen susto. Entonces para ese entonces Andrés me abrazaba más fuerte y con buen pretexto. Los minutos de la cinta corrían y con él también el tiempo de la pizza. –¿Te quieres recostar? –le pregunté y él asintió, y al acceder a esto recostó su cabeza en mis piernas y yo aproveché a sobar sus brazos, su hombro y cabeza. El timbre sonó al poco tiempo de esto, y fui a abrir la puerta, era la pizza, pagué y luego entré la caja de pizza a la sala; la puse sobre la mesa del centro y abrí la pizza. Todo iba de maravilla, comimos, bebimos, disfrutamos la mitad de la película y justo llegando casi a la hora y cuarto quizás sucedió aquello que había querido que sucediera desde hace mucho, aquel chico de tez morena clara y enormes ojos me vio fijo y sonrió levemente y poco a poco nuestros rostros se fueron acercando, hasta topar nuestros labios. Fue un beso tierno, su labio inferior era delicioso, con el pasar de los segundos poco a poco saboreamos nuestras lenguas, nos recostamos sobre el sofá y teniendo el control del televisor a la mano, apagué la televisión y definitivamente preferimos quedarnos acostados sobre el sofá besándonos. Mi cuerpo se posaba sobre el de él, y él tocaba suavemente mi espalda, nuestras erecciones se topaban una con la otra, y con el pasar del tiempo, ya no solo besé sus labios sino que me fui hacia sus mejillas, bajé a su cuello, luego al hombro, y con sutileza trataba de desabotonar su camisa para besar su pecho –cuánta –me besaba –pasión –y me seguía besando –retenida –y sus besos crecían y yo a esto contestaba –creo –y lo besaba –que… -y mordía sus labios –demasiada –terminaba de decir y mientras me intentaba sentar lo levantaba con mis brazos, me arrodillé en el sofá dándole la espalda al televisor y él se sentó sobre mí, una que otra vez abría mis ojos para ver si todo estaba en orden, y sí, exactamente como todo debía estar, las escaleras se mostraban calmadas, el pasillo antes de las escaleras, ese que tenía una mesilla con el arreglo floral y un espejo redondo se mostraba tranquilo también, cerraba mis ojos y seguía disfrutando del cuerpo de Andrés sobre mí. Luego se detuvo y me preguntó –así que… ¿Activo? –refiriéndose a un área específica de mi orientación sexual y yo sonriente afirmaba y seguía besando su cuello –hacía tanto que quería hacer esto contigo –le mencionaba mostrándome sonriente e ilusionado. Entonces él repitió que también estaba entusiasmado por lo ocurrido y se tiró a abrazarme y yo también lo abracé fuerte, después de todo, hacía tiempo que quería estar con él y no tenía oportunidad más que coquetearle en la juguetería del segundo nivel o haciendo mandados, a la hora de almuerzo, etc. Estaba realmente feliz ¿Sería esta la verdadera ocasión en la que encontraría el amor? Mientras lo abrazaba pensaba con mis ojos cerrados… [por fin, por fin, ¡Por fin!] y cuando los abrí fue cuando un escalofrío se dejó deslizar por mi cuerpo al ver a Dave del tamaño de una regla de 30 centímetros deslizándose sobre la baranda de las gradas y al verme su rostro se tornaba redondo, cachetón y su frente se ponía colorada como un tomate. Saltó de la baranda y mientras saltaba se transformaba a un muñeco de papel de una muy buena estatura, se dirigió hacia el corredor con la mesilla con el florero se sentó sobre ella y redujo su tamaño y tomando una de las flores del florero me la aventó a la cara y yo la sacudí con mi mano derecha; luego tomó otra y la aventó y nuevamente logre quitarla del camino para que no golpeara a Andrés o a mí. –¿Todo bien? –me preguntó Andrés extrañado de mis movimientos al intentar esquivar las flores artificiales que Dave nos lanzaba. –Sí, sí, todo bien. –contestaba un poco nervioso pero mientras esto sucedía Dave logró aventar una a la cabeza de Andrés y él lo notó y frotando su cabello preguntó qué había sido tal cosa. Volteó su mirada para ver quién había arrojado algo, pero no vio nada, y claro, qué iba a ver si Dave era del tamaño de un muñeco de árbol de navidad. –¿Me permites un segundo? –le pregunté a Andrés con un tanto de respeto y me levanté del sofá, me dirigí hacia el patio trasero y le abrí la puerta a Max, que se encontraba un tanto agotado –ven Max –ordené al chihuahua y él levantando su rostro hacia mí, me veía con aquellos ojos de sueño como diciendo “qué pereza, ven tú si quieres” y yo con ímpetu seguía ordenando –¡Ven! –pero el diminuto perro no me hacía caso, el tiempo se agotaba y si tardaba más de la cuenta Dave sería capaz de revelarse ante Andrés –¡Que vengas digo! –y el perro me miraba con sus redondos ojos y su volteada cara, fui al refrigerador silenciosamente y tomé unos cuantos jamones y dirigí al chihuahua a la sala para que se los comiera ahí.
-¡Un chihuahua! –exclamó Andrés al ver a Max –¿Para qué lo traes? –y yo con una gran pena sonreí y contesté que no tenía concentrado y que me quería asegurar que se alimentara –¿Y en la sala? –preguntó un poco sorprendido y yo asentí. Luego revisé a mi alrededor para ver si Dave estaba por ahí, pero de tal animé no habían ni siquiera rastros. –y… ¿En qué íbamos? –pregunté tentando a Andrés, y él me miró coquetamente y se recostó en el sofá, yo me le dejé ir y me recosté sobre él y lo besaba mientras tanto, no pasó más de un minuto de besos cuando Andrés me besaba el cuello y yo estiraba mi cabeza y veía la mesita que estaba a la par del sofá cuando noté una silueta esbelta paseándose hacia el comedor entonces escuché como se quebraba una a una las copas de mamá y los dos asustados por el escándalo de cristales quebrándose dejamos de besarnos y nos levantamos, Andrés quiso ir a ver conmigo qué sucedía pero le dije que estaba bien, que iría yo solo. Entonces al entrar al comedor observé al dibujo con unas de las copas en la mano y la soltaba, se quebraba y luego poniendo su mano sobre su boca afeminadamente se le salía un: “¡ups!” y me sonreía sínicamente. –¡Dave! ¡Qué haces! –susurré con enojo al muñeco y él contestaba susurrado –¡Qué Virgen María ni qué visita a Santa Isabel! ¡Si quieres coger solo dime!
-¿¡Coger!? ¡Por favor! ¡Solo nos besábamos!
-¿¡Besarse!? ¡Esa perra se sentó en tus piernas!
-¡Dave! ¡Ve a joder a otro lado! –y el muñeco con su seño fruncido me sacó el dedo de en medio y sus cejas se unieron hasta ser una sola. –claro, no sabes qué es una visita pero sí sacar el dedo ¿no? –y él achinando sus ojos no contestó a eso y me ignoró, al ver tal actitud me retiré y volví a la sala con Andrés. Andrés se mostraba un poco temeroso, es decir, que las copas se empiecen a quebrar de la nada no es algo que suceda en todas las casas y yo con el pretexto que quizás fue el viento o simplemente estallaron sonreí y agregué que limpiaría yo solo luego. El sentado en el sofá sonrió levemente y se ofreció para ayudarme a limpiar pero yo fui más necio que él. Sobé la mejilla de Andrés con mis dedos y mencioné que era agradable estar con él y de pronto en la mesita que estaba junto al sofá, a las espaldas de Andrés observé a aquel dibujo animado que con gran esfuerzo cargaba un tenedor y se preparaba para tirárselo a aquel chico de gigantescos ojos y pestañas volteadas, yo en mi mente mientras sonreía apenadamente a Andrés veía de vez en cuando a Max comiendo el jamón sobre la alfombra de la sala y pensaba [¡Vamos Max! ¡Por favor! ¡Se buen perro y deshazte de la caricatura antes que lo arruine todo!] Pero el maldito chihuahua parecía no tener esa conexión telepática conmigo. –¡MAX! –grité para llamarlo, y de esa manera asustar a Dave, pero el chihuahua estaba más entretenido en su jamón que en mi. Dave se asustó desde luego, pero al notar que Max estaba muy entretenido con su jamón dejó a un lado su miedo y tomó el tenedor y con todas sus fuerzas lo aventó a Andrés –¡AUCH! –gritó el joven con su espalda adolorida por el tenedor y volteó la mirada y tomó el tenedor y quebrando sus cejas preguntó –¿Quién hizo eso? –y yo un poco asustado en mi interior fingí no saber nada, y hacerme el loco de la situación y aunque Andrés me decía y repetía una y otra vez el asunto del tenedor yo negaba tal situación. Intenté seguir conversación con Andrés pero me fue imposible por la necedad de Dave, y es que estaba demasiado celoso y ya había hecho quebrazones en el comedor, lanzado unos cuantos tenedores a Andrés y quebrado algunos objetos también en la sala. Andrés comenzó a sentirse incómodo y el miedo lo empezó a invadir, mencionaba que no era normal que las cosas en la casa se estuviesen quebrando como si alguien las arrojara con querer –¿Será que está temblando? –mencioné más de una vez, pero no funcionaba. Tomé una decisión, me levanté diciendo que quería ir al baño y en seguida tomé a Dave por la cintura y lo encerré en una azucarera del comedor –¡Dave! ¡Ya basta! Estas asustando a Andrés –regañé y él de brazos cruzados refunfuñaba –¡ah! ¡ah! ¡Con que Andrés se llama la bestia esa! –y yo con mis ojos muy abiertos y enojados –¡Más respeto Dave! –mencionaba al muñeco encarcelado en la azucarera. –¿Y ya la vacunaste? Mira que esas bestias un día están de buenas pero dicen que te desconocen y quién sabe y te puede pegar la rabia –me decía el muñeco casi convirtiéndose en una vieja de esas que comentan sobre los perros pastor alemán. –Basta ya Dave, no voy a permitir que trates a Andrés así, te quedas ahí y no te mueves si no quieres que te elimine con un borrador. Andrés es un amigo muy especial, y no voy a dejar que te metas con él. –y poco a poco me retiré en silencio y pude observar cómo aquel animé miniatura se arrodillaba en la poca azúcar que quedaba y ponía su manita sobre el cristal como si fuese una ventana y me mencionaba –Diego… ¡Yo te quiero! –y cada vez yo me alejaba más. Mientras más me alejaba del comedor más podía observar sus ojitos llenándose de lágrimas –yo te quiero –seguía diciendo –yo te quiero, no me hagas esto –y su vocecilla se quebraba –yo…te…quiero. –y por un momento casi pienso que soy una mala persona pero por fin me retiré del comedor y volví a la sala.
-¿Todo bien? –preguntó Andrés. –Sí, sí. –dije casi sin podérmelo creer.
Mientras me sentaba en el sofá Andrés me mencionaba que la noche había estado muy linda, pero que realmente estaba con cierto pánico, que los objetos quebrándose y arrojándose por sí mismos no era normal, que lamentablemente él sí creía en un mundo espiritual, y que no le gustaría estar en un lugar donde las cosas no estén en orden hablando en ese ámbito. Luego tomó mis manos y me dio un beso en la boca –debo irme –agregó y dio una sonrisa algo temerosa y casi salía huyendo de mi casa. Fuimos a la puerta de entrada de mi casa y él me abrazó enrollando sus brazos sobre mi cuello, me besó la mejilla y pronto se escuchó otro cristal quebrándose dentro de la casa, entonces muy asustado me dio el último topón de labios y se marchó. Cerré la puerta y me recosté sobre ella y a continuación vi un dibujo de papel miniatura que había logrado liberarse de la azucarera de cristal, venía sacudiéndose el azúcar de los pantalones y mientras caminaba se hacía a una estatura real. Sus ojos venían vidriosos y me miró fijo. Yo lo vi algo decepcionado –…Dave… -pero antes que terminara la frase él viéndome fijo dijo con ímpetu –Diego, ¡eres una mierda! –y salió de mi casa somatando la puerta y yo daba un tremendo trago de saliva deseando que todo esto no fuera realidad. Me largué a mi habitación, me desnudé y me acosté, pensaba en todo lo que había sucedido y pronto poco a poco mis ojos se fueron cerrando. Realmente no recuerdo bien lo que sucedió al estar acostado, porque el sueño que tenía era bastante pero si mal no recuerdo, logré sentir unos labios sobre mi frente y alguien acariciando mi cabello “yo te quiero” con una voz quebrada, quizás fueron las últimas palabras que escuché esa madrugada.
Había amanecido y esa mañana realmente no sabía si tendría o no tendría cara para ver a Andrés, lo veía entre los pasillos de la juguetería y no me animaba a ir con él, entonces cuando estuve mucho tiempo parado ahí, por atrás escuché la voz de Alicia que me preguntaba –Diego… ¿Usted es gay? –y me paralicé por completo, pues nadie sabía hasta ahora que yo era un homosexual.
Una novela llena de imaginación y fantasía que captura la atención de los jovenes creyentes aún en el verdadero amor xD
jueves, 30 de octubre de 2008
jueves, 23 de octubre de 2008
Capitulo III - ¿Dave?
Lo veía y no lo creía, es decir: ¡aún seguía ahí! Era increíble, ésta vez, no me sorprendió del todo, pues al menos ya había tenido cierto contacto con él, pero seguía con la duda si era o no era mi imaginación, él con sus tremendos ojos muy contentos y sorprendidos agregó –¿Qué haces desnudo? –y una baba salía por su lado derecho de la boca. Y yo intentándome cubrir pregunté qué hacía en mi habitación –¡Pero por favor! ¿Has visto la hora al entrar? Ya son las nueve, llevo horas despierto –y luego arqueó sus ojos como dos arco iris –pero no te quedes ahí parado, ven, ven –me decía mientras jaloneaba uno de mis brazos ya puesto en pie para llevarme a otra parte de la casa. Me solté y corrí hacia una gaveta a ponerme bóxer y playera cómoda; y luego lo seguí y por el camino pensaba en cómo era posible lo que hacía tiempo estaba ocurriendo, y pensando que era alguna cuestión de mi imaginación, le hice caso; me llevó a la cocina e hizo que me sentara en una de las altas sillas del desayunador –has de traer hambre –mencionó mientras abría las gavetas de los muebles de la cocina –cuchillo, pan, tomate, jamón, un poco de pollo… -mencionaba entre dientes mientras iba sacando todo mágicamente de las gavetas y del refrigerador. Cuando lo puso frente a mi para cocinarlo, noté que todos los objetos que había puesto frente a mi eran caricatura. Luego me vio fijo a los ojos y los achinó tanto como pudo, hasta quedar como un asiático y dijo –a esto, le llamo: Comida Rápida –y señalando sus dos ojos con dos de sus dedos y luego posándolos sobre los objetos caricaturescos sobre la mesa agregó –observa –elevó su brazo derecho lo más que pudo y luego lo dejó caer sesgadamente como si fuera un cuchillo y empezó a mover sus brazos y manos de un lado a otro a una velocidad increíble y una caricaturesca nube blanca flotaba frente a él y muchas estrellitas rodeaban la nube como si bailaran alrededor de ella, aparecían más de dos brazos del muñeco por todas partes de la nube y en diez segundos había un plato de comida que se veía delicioso frente a mi y el sonrió agotado. Yo con mis ojos sumamente abiertos y boquiabierto agradecí y le dije –veras… te agradezco, en serio. Pero… esta comida… es… caricatura, y aunque no la he probado estoy casi cien por cierto seguro que sabrá a puro papel, así que si me disculpas… pues… prefiero preparar yo lo mío. ¿Te parece? –y el torciendo su rostro mencionó que yo era un mal agradecido y que estaba bien por él que comiera lo que se me antojara la gana. Fui al refrigerador y tomé un jamón real, un pan real, una rebanada de queso real, y me fije bien que todo fuera real, y nada de caricatura. Me preparé un sándwich y me senté a la mesa a comer, mientras tanto el dibujo animado me observaba todos los pasos que daba y estaba sentado frente a mi, con una mano recostada sobre la mesa, y con la otra se sostenía su barbilla y quijada, posando su mirada enamorada sobre mí. Yo comí, e intenté no verlo, aunque era casi inevitable, no es nada fácil tener a un ser que no es de éste planeta frente a ti, y que tu comas como si nada estuviese pasando. De vez en cuando lo observaba y él me sonreía coquetamente y con la mano que tenía posada en la mesa, la meneaba y sobaba la mesa con su dedo índice afeminadamente, lo cual me asustaba, pero me agradaba. –y… ¿qué hiciste hoy? –le pregunté al dibujo animado, realmente debí estar loco para preguntar eso a un producto de mi imaginación. –pues, nada, solo llevo dos horas de despierto, me alisté y he aprovechado a observar bien, bien la casa con luces encendidas, no siempre tengo la oportunidad de hacerlo, y aprovechando que tu familia no esta. –y yo asintiendo y sin saber qué decir pregunté –podría…darte un tour por la casa, si quieres. –y tomé un trago de jugo de naranja mientras éste se arrodillaba en la silla y casi se montaba en la mesa afirmando que sería una genial idea. Luego levantándome de mi asiento mencioné “buen provecho” manteniendo la educación y torciendo levemente una de mis cejas –ven –agregué para que él me siguiera, y siendo así lo llevé a mi habitación y me cambié mis zapatos a unas sandalias más cómodas y él con sus ojos muy iluminados abrió la boca –¡¿Saldremos?! –y poniéndose las manos en las mejillas en un gesto de sorpresa se volteó al mueble en el que yo tenía mi ropa, se quitó la que tenía y quedándose sin playera la arrugó y la hizo una bola de papel y la arrojó a la basura, abrió una gaveta y sacó otra playera exactamente igual a la que tenía de papel se la puso y su sonrisa se posó de oreja a oreja. A continuación, salí de mi habitación y él me siguió, bajé las gradas y lo dirigí hacia la sala –veras, ésta, es la sala. Aquí es donde recibimos las visitas, cuando es que las tenemos. –y él con su boca abierta y abriendo los ojos enormemente observaba detalladamente cada uno de los objetos que se encontraban ahí, veía la pecera de mi papá cuidadosamente y torcía sus cejas mientras se le enfrentaba un pez ángel –éste, me gusta, se parece a mi –y sonrió mientras pegaba su achatado rostro al vidrio y lo observaba con lujo de detalles. Luego se dirigió hacia el televisor y me preguntó qué había sucedido con los peces de esa pecera, yo le contesté que no tenía nada que ver con los peces, sino que era una televisión, para entretenernos; que ahí mirábamos películas, noticias y demás, él elevó sus dos cejas al mismo tiempo y asentía sorprendidamente –¿y cómo les da las noticias? ¡Ya se! ¿Se las da como el aparato ovalado con puntitos que tu hermana tiene para escuchar música? –y yo riendo un poco por su pensamiento y relación qué hizo entre el televisor y la radio contesté que negativamente y tomé el control que se posaba sobre la mesa junto al sillón de tres, encendí el televisor y él frente al televisor saltó del susto para atrás votando los arreglos que estaban sobre la mesilla del centro de la sala, se levantó de la alfombra rápidamente y se escondió tras de mí, en ese momento sentí un pánico, no sabía exactamente quién estaba más asustado, si él, o yo. Es decir: ¡Estaba con un dibujo animado! ¡Por favor! Entonces logré sentir cómo el muñeco de papel temblaba detrás de mí y de repente movía su cabeza hacia la derecha para ver el televisor y sus figuras. –tranquilo –mencioné y le expliqué que era como una radio, solo que aquí se verían las figuras de las personas de las que hablan. Lo volteé a ver y vi su linda cara con un poco de miedo, y me interesó saber que no sabía qué era un televisor, me preguntaba si habría visto alguna vez alguna otra caricatura y al preguntárselo contestó –¿Caricaturas? ¿Es alguna especie de televisor moderno? –y yo le expliqué lo que era una caricatura, lo que era él. Y él sorprendido casi no podía creer que habrían más seres igual a él, sus ojitos se le iluminaban como si estuviese encontrando alguna esperanza en su vida, y al saber que no había visto ninguna caricatura decidí colocarle una –veras, no se bien el canal de las caricaturas, pero de fijo puedo buscarlo, quiero que las conozcas –mencioné mientras cambiaba con el control remoto todos los canales –noticias, HBO, Cine Canal, ESPN, canal once, uhmm, trece… -y no aparecía el bendito canal de caricaturas, en lo que cambiaba de canales hubo un apagón, pero a los segundos volvió a la normalidad, luego otro apagón, y las luces nuevamente en instantes estuvieron de vuelta, otro apagón, las luces volvían y venían ahora, pareciera una película de terror, hasta que la oscuridad cubrió nuestros cuerpos e inundó la casa. –¡Ja-ja-ja! Muy gracioso –dijo el animé y me arrebató el control del televisor e intentó encender las luces apuntando hacia el techo, donde se encontraban los focos –¡Dónde rayos se prende la luz! –preguntaba presionando todos los botones algo desesperado, y le expliqué que el control únicamente funcionaba con el televisor. << ¡Genial! ¡Hora de ir a dormir! Quizás eso te quite la locura en la que has caído Diego >> pensé y a la vez se lo mencionaba al otro Diego de papel, subí las gradas con cuidado y me dirigí a mi habitación, la sensación de estar con un dibujo animado comenzaba a ser algo normal, no del todo, pero al menos ya no me aterrorizaba, aunque siempre existió el miedo de tener a un ser extraño caminando a mis espaldas siguiéndome hacia mi habitación. Entramos a mi habitación y la luz de la luna iluminaba mi cama y casi todo mi cuarto, porque las cortinas seguían abiertas. Justo antes de acostarme logramos escuchar los ladridos de Max, que seguramente ha de haber estado dormido en el patio trasero cuando llegué. Rasguñaba una de las paredes, parecía perseguir a una cucaracha y estaba a punto de entrar a mi dormitorio. –¡Hay no! –gritó el dibujo animado mientras reducía su tamaño a una regla de treinta centímetros y saltaba asustado sobre mi cama. Cuándo vi eso mis ojos se abrieron tanto como pudieron, y me sorprendí demasiado, fui hacia él y me aseguré de que fuera el mismo dibujo animado con el que había estado platicando, y sí, justamente era él que mencionaba preocupado que lo cubriera, yo corrí hacia la puerta y la cerré para que Max no entrara y luego me senté en mi cama mencionando que estaba a salvo y él volvió a su tamaño real, y cuando esto sucedió, quedó parado en mi cama y sus caderas quedaron frente a mis ojos, entonces fue ahí cuando ví escrito con mi puño y letra en la esquina inferior derecha de su ropa “Dave”. Fue en ese momento que vino la imagen de ese momento en el que lo hacía con tanto aprecio, y pensaba en su nombre: “Dave” influenciado por un actor de cine que me encantaba. ¡Era él! ¡El era Dave! ¡No Diego como me había dicho! Lo tomé de su playera para bajarlo de mi cama y exclamé –¡Eso es! ¡Tú eres Dave! –y él tomando asiento en mi cama preguntó a qué me refería, y conté de lo que había recordado. –¿Dave? –preguntó –¿Te refieres a la marca de mi playera? –y yo lo corregí confirmando que no era una marca, sino su nombre, que yo había puesto influenciado por un actor de cine en aquel momento. Y él con sus ojos abiertos y su rostro pensativo, parecía gustarle la idea de tener un nombre distinto al mío. –¿Dave? –seguía repitiendo a voz en cuello. Y luego parándose firme frente a mi, bajo la iluminación de la luna que atravesaba los cristales de mi ventana sacó un sombrero muy fashion y unos lentes oscuros retro, y torciendo su sonrisa comentó –saluden a: Dave. –se quitó los lentes y me guiñó el ojo muy coqueto. Creo que hasta yo me alegraba de saber su nombre, quizás era poca información y no contestaba a mucha de mis preguntas como de dónde viene, a dónde va, pero al menos, era algo. No era Diego, era Dave. Esa noche me entusiasmé y Dave también, y pese a la falta de luz, volví a mi armario y saqué todas las cosas que tenía para intentar recopilar más información, pero todo fue inútil. No había luz, y eso afectaba bastante, y aunque Dave iluminaba con la linterna que solía guardar en mi escritorio, era muy poca luz, y no encontramos nada. Agotado y un tanto desilusionado, me retiré de mi armario, y me fui a dormir. Me acosté en la cama y Dave se recostó a mi lado, ésta vez, ya no me asustaba tanto. –¿Puedo tomar tu mano? –me preguntó con un tanto de pena que se notaba en su voz que se dejaba venir. –No –contesté manteniendo aún el miedo que Dave no fuera un ser humano real. Se dio media vuelta y se acostó viendo hacia el armario, mientras yo miraba la ventana. Dormimos de espaldas. Aunque ahora estoy seguro, que esa noche, él no durmió de la pena y vergüenza que había pasado al pedir mi mano. Y quizás aún, de la tristeza al escuchar mi negación. Además, ¿para qué el querría dormir? A penas y llevaba unas cuantas horas despierto. Prácticamente su vida era nocturna, pero aún así, pasó la noche conmigo, porque creo que vivía por y para mi.
6:00 de la mañana y la alarma empezaba a sonar, yo refunfuñando me senté en mi cama y en cuestión de segundos recordé la noche anterior –¡DAVE! –grité y volteé a observar para ver si aún seguía a mi lado. Pero tal sujeto no existía, ahora solo había un espacio vacío en mi cama, aunque sí había rastros que alguien había dormido conmigo, o quizás yo mismo moví las sabanas de toda mi cama.
-Cielo –mencionaba aquella señora extremadamente afeminada con su tic en los ojos –buenos días. –y me zampaba un beso en la mejilla derecha dejando marcado el beso con su labial rojo en mi cachete.
Pasaron las horas de trabajo y a las diez de la mañana Carmen me pidió que fuera a dejar algunas facturas al tercer nivel, era mi primera oportunidad en el día. ¡El blanco esperaba! Salí disparado, y al subir las gradas, el policía nuevamente pitó para que fuera con precaución en las gradas eléctricas. Estando en el segundo nivel mi cuello parecía el de una jirafa intentando buscar a Andrés, pero no lo ví. Decidí subir al tercer nivel a dar las facturas que querían. El almacén en el que trabajaba era algo grande, es decir, ocupaba los tres niveles del centro comercial y casi una quinta o sexta parte del comercial. Mientras pasaba por el sector de mujeres y veía los maniquís casi desnudos mostrando calzones, tangas, y bracieres iba pensando en cómo iba a saludar a Andrés. Listo, ahora estaba en caja entregando facturas cuando escuché por delante de mi –¡Hola Diego! -mientras una chica algo regordeta cuatro ojos se colocaba frente a mi con una sonrisa patética –¡oh! ¡Amanda! –mencioné con una sonrisa algo hipócrita –¡Qué humor! –se escuchó una ronca voz a mi lado y mi nalga izquierda se topó con la nalga de otra tipa que las chocaba en forma de saludo, era Stephanie, que bien y podría ser el antónimo de Amanda. Con su pelo recogido hacia atrás rubio falso, tez blanca, pirsing en su ceja depilada izquierda, nariz algo quebradiza y larga, delgados labios, esbelto cuerpo, y gigantesco trasero llamaba a los hombres como carne fresca al perro. Stephanie, pareciera ser la mujer perfecta, muchos andan tras de ella, pero a ella le gusta lo imposible, ¡Exacto! ¡Ese soy yo! No ha intentado nada serio conmigo, pero sus hormonas están alborotadas, y aunque es una chica fácil, no quisiera aprovecharme de ella, después de todo, muy linda y muy todo, pero no es lo que busco. Siempre gracias. –¿y a qué viene este niño precioso? –me preguntó con su ronca voz, otra cosa que a los hombres enloquece –vine a dejar a Amanda unas facturas que mandó Carmen. –y sonreí sinceramente –¿Mucho trabajo eh? –agregué al verla cargando más de una docena de calzones de todas tallas, colores y estilos. Y a esto contestó –las mujeres son un estrés, ¡Somos tan desordenadas! ¡Hace 20 minutos fui y ordene el área de calzones! –y abría los ojos torciendo las cejas como diciendo: “¡Por favor! ¡No me estresen!” y mencionando que me imaginaba el horror que sería trabajar con mujeres sonreí y me fui despidiendo. –¿Y mi beso? –preguntó su deliciosa voz y estiró el cuello para que besara una de sus mejillas y yo se lo di con gusto. –no me diste el de saludo –agregó después estirando nuevamente el cuello, pero ésta vez cambiando a la mejilla izquierda. Nuevamente entregué uno de mis besos y reí con ella, y luego me despedí de las dos guiñándoles el ojo. Bajé las gradas y ésta vez sí tendría que ver a Andrés, ahí estaba nuevamente en un pasillo de juguetes etiquetando precios a cajas de juguetes. Fui hacia un rincón en donde se encontraban unos títeres y tomé uno de King Kong, aquel monstruoso títere que se había estado vendiendo como pan caliente hace algunos meses. Me lo coloqué y por las espaldas con una voz de monstruo dije: “¡An-dréeees!” e hice como si mordía su cuello y él asustándose un poco se volteó y tiró su cabeza para atrás mientras reía un poco de mis estupideces. –¡Diego! –dijo entre risas y dándome un puñetazo en el brazo y quitándome el títere. –¡Deja eso ahí! Vi cuando un niño introdujo su mano después de rascarse el trasero –y rió un poco más mostrando sus enormes dientes y yo solté rápido el King Kong que ahora sí parecía tenebroso. – ¿ves lo que me gano por venir a saludarte? –pregunté con mis ojos entrecerrados para coquetearle un poco. Y él asintió, luego recosté mi codo sobre una estantería y recordé –me parece que alguien tiene una cita hoy –y sonreí y él haciendo como si no lo recordara o mejor dicho, como si no supiera de qué estaba hablando me ignoró y yo levantando el King Kong lo observé fijo y le pregunté al títere –¿Quedamos en una cita hoy cierto? –y el títere me asentía gustosa y exageradamente –¿ves? –agregué y él levantando sus dos cejas felicitó –bueno, pues… ¡Qué bien! Espero que se diviertan. ¿Les habían dicho que hacen buena pareja? Porque por si no lo habían hecho… -y frunció su ceño en señal de formalidad –realmente, me sorprenden, hacen muy buena pareja –y extendió sus brazos para unir la cabeza de King Kong con mi cabeza como si fuésemos pareja. Y yo un tanto boquiabierto agregué –me parece que estaríamos mejor en un trío. –y King Kong asintió nuevamente con su feo rostro plástico. Y Andrés sonriendo nos vio y comentó que siempre en un trío había un favorito y con su mano sobando al títere hizo como si me despreciaba pero luego metió su mano dentro del peludo muñeco y la unió con la mía, y entrelazando los dedos dentro del títere me preguntó –¿Y si King Kong se ofende? –y ambos empezamos a reír. –Creo que no lo va a hacer –afirmé mientras observaba sus enormes y lindos ojos de pestañas largas volteadas. Luego escuchamos las voces de unos niños venir y los dos sacamos las manos del peludo títere. Me empecé a retirar cuando él mencionó –te lavas las manos –y yo con mis ojos abiertotes comenté que desearía no hacerlo y él con una voz de mando dijo –¡Lo haces! –y me señaló con su dedo índice amenazador.
Salí disparado al primer nivel y Alicia ya me estaba esperando con unos ojos saltones y los brazos en sus cinturas –¡Diego! ¡Gracias al cielo! ¡Creí que nunca bajarías! ¡No encuentro los frascos de Paris Hilton y los quieren para ya! –y rápidamente salí casi disparado a buscar los frascos que me pedían. Es increíble, pero cuando uno quiere que el día se pase rápido, pareciera que las horas fueran a paso de tortuga, tuve que esperar demasiado para lograr escuchar la voz de Andrés decir –voy a mi casa a cambiarme, no quiero estar con el uniforme, y luego voy a tu casa, ¿te parece? –y cuando eso sucedió estaba casi saltando de la emoción, aunque realmente por fuera nadie lo notó. Esa noche salí disparado a medio arreglar la casa, recuerden que estaba solo, y yo solo, soy casi un desastre, cuando entré el carro a la casa, todo parecía estar normal, pero al abrir la puerta y llegar al comedor las luces se encendieron solitas y fue ahí donde lo ví, era Dave gritando –¡SORPRESA! –y miles de papelitos salían volados como pica pica y él saltaba de un lado a otro. La gran sorpresa era que ésta vez, el sándwich que me había preparado, era real, y no de caricatura. –no fue nada fácil –dijo Dave redondeando sus ojos mágicamente –tu comida pesa demasiado, y además Max se portó mal, y tuve que darle un paquete entero de jamón para que se quedara entretenido en el patio de atrás, ¡pero lo logré! –y yo boquiabierto y sin creerlo grité –¿¡Le diste un paquete entero de jamón!? –y él sonriendo y sobando su nuca con la mano se disculpó y afirmó que sería la única forma en la que Max se largaría de la cocina. De cualquier forma, no había tiempo, Andrés estaría por llegar en poco tiempo a mi casa, no me había cambiado de ropa, miles de papeles estaban tirados por todas partes, había un sándwich sobre la mesa, un chihuahua hartándose de jamón en el patio trasero, un animé de papel tamaño real que hablaba y se movía como si estuviese vivo que ya no estaba seguro si era o no era producto de mi imaginación, y recordemos: tal película de terror…no existe. ¡Genial!
6:00 de la mañana y la alarma empezaba a sonar, yo refunfuñando me senté en mi cama y en cuestión de segundos recordé la noche anterior –¡DAVE! –grité y volteé a observar para ver si aún seguía a mi lado. Pero tal sujeto no existía, ahora solo había un espacio vacío en mi cama, aunque sí había rastros que alguien había dormido conmigo, o quizás yo mismo moví las sabanas de toda mi cama.
-Cielo –mencionaba aquella señora extremadamente afeminada con su tic en los ojos –buenos días. –y me zampaba un beso en la mejilla derecha dejando marcado el beso con su labial rojo en mi cachete.
Pasaron las horas de trabajo y a las diez de la mañana Carmen me pidió que fuera a dejar algunas facturas al tercer nivel, era mi primera oportunidad en el día. ¡El blanco esperaba! Salí disparado, y al subir las gradas, el policía nuevamente pitó para que fuera con precaución en las gradas eléctricas. Estando en el segundo nivel mi cuello parecía el de una jirafa intentando buscar a Andrés, pero no lo ví. Decidí subir al tercer nivel a dar las facturas que querían. El almacén en el que trabajaba era algo grande, es decir, ocupaba los tres niveles del centro comercial y casi una quinta o sexta parte del comercial. Mientras pasaba por el sector de mujeres y veía los maniquís casi desnudos mostrando calzones, tangas, y bracieres iba pensando en cómo iba a saludar a Andrés. Listo, ahora estaba en caja entregando facturas cuando escuché por delante de mi –¡Hola Diego! -mientras una chica algo regordeta cuatro ojos se colocaba frente a mi con una sonrisa patética –¡oh! ¡Amanda! –mencioné con una sonrisa algo hipócrita –¡Qué humor! –se escuchó una ronca voz a mi lado y mi nalga izquierda se topó con la nalga de otra tipa que las chocaba en forma de saludo, era Stephanie, que bien y podría ser el antónimo de Amanda. Con su pelo recogido hacia atrás rubio falso, tez blanca, pirsing en su ceja depilada izquierda, nariz algo quebradiza y larga, delgados labios, esbelto cuerpo, y gigantesco trasero llamaba a los hombres como carne fresca al perro. Stephanie, pareciera ser la mujer perfecta, muchos andan tras de ella, pero a ella le gusta lo imposible, ¡Exacto! ¡Ese soy yo! No ha intentado nada serio conmigo, pero sus hormonas están alborotadas, y aunque es una chica fácil, no quisiera aprovecharme de ella, después de todo, muy linda y muy todo, pero no es lo que busco. Siempre gracias. –¿y a qué viene este niño precioso? –me preguntó con su ronca voz, otra cosa que a los hombres enloquece –vine a dejar a Amanda unas facturas que mandó Carmen. –y sonreí sinceramente –¿Mucho trabajo eh? –agregué al verla cargando más de una docena de calzones de todas tallas, colores y estilos. Y a esto contestó –las mujeres son un estrés, ¡Somos tan desordenadas! ¡Hace 20 minutos fui y ordene el área de calzones! –y abría los ojos torciendo las cejas como diciendo: “¡Por favor! ¡No me estresen!” y mencionando que me imaginaba el horror que sería trabajar con mujeres sonreí y me fui despidiendo. –¿Y mi beso? –preguntó su deliciosa voz y estiró el cuello para que besara una de sus mejillas y yo se lo di con gusto. –no me diste el de saludo –agregó después estirando nuevamente el cuello, pero ésta vez cambiando a la mejilla izquierda. Nuevamente entregué uno de mis besos y reí con ella, y luego me despedí de las dos guiñándoles el ojo. Bajé las gradas y ésta vez sí tendría que ver a Andrés, ahí estaba nuevamente en un pasillo de juguetes etiquetando precios a cajas de juguetes. Fui hacia un rincón en donde se encontraban unos títeres y tomé uno de King Kong, aquel monstruoso títere que se había estado vendiendo como pan caliente hace algunos meses. Me lo coloqué y por las espaldas con una voz de monstruo dije: “¡An-dréeees!” e hice como si mordía su cuello y él asustándose un poco se volteó y tiró su cabeza para atrás mientras reía un poco de mis estupideces. –¡Diego! –dijo entre risas y dándome un puñetazo en el brazo y quitándome el títere. –¡Deja eso ahí! Vi cuando un niño introdujo su mano después de rascarse el trasero –y rió un poco más mostrando sus enormes dientes y yo solté rápido el King Kong que ahora sí parecía tenebroso. – ¿ves lo que me gano por venir a saludarte? –pregunté con mis ojos entrecerrados para coquetearle un poco. Y él asintió, luego recosté mi codo sobre una estantería y recordé –me parece que alguien tiene una cita hoy –y sonreí y él haciendo como si no lo recordara o mejor dicho, como si no supiera de qué estaba hablando me ignoró y yo levantando el King Kong lo observé fijo y le pregunté al títere –¿Quedamos en una cita hoy cierto? –y el títere me asentía gustosa y exageradamente –¿ves? –agregué y él levantando sus dos cejas felicitó –bueno, pues… ¡Qué bien! Espero que se diviertan. ¿Les habían dicho que hacen buena pareja? Porque por si no lo habían hecho… -y frunció su ceño en señal de formalidad –realmente, me sorprenden, hacen muy buena pareja –y extendió sus brazos para unir la cabeza de King Kong con mi cabeza como si fuésemos pareja. Y yo un tanto boquiabierto agregué –me parece que estaríamos mejor en un trío. –y King Kong asintió nuevamente con su feo rostro plástico. Y Andrés sonriendo nos vio y comentó que siempre en un trío había un favorito y con su mano sobando al títere hizo como si me despreciaba pero luego metió su mano dentro del peludo muñeco y la unió con la mía, y entrelazando los dedos dentro del títere me preguntó –¿Y si King Kong se ofende? –y ambos empezamos a reír. –Creo que no lo va a hacer –afirmé mientras observaba sus enormes y lindos ojos de pestañas largas volteadas. Luego escuchamos las voces de unos niños venir y los dos sacamos las manos del peludo títere. Me empecé a retirar cuando él mencionó –te lavas las manos –y yo con mis ojos abiertotes comenté que desearía no hacerlo y él con una voz de mando dijo –¡Lo haces! –y me señaló con su dedo índice amenazador.
Salí disparado al primer nivel y Alicia ya me estaba esperando con unos ojos saltones y los brazos en sus cinturas –¡Diego! ¡Gracias al cielo! ¡Creí que nunca bajarías! ¡No encuentro los frascos de Paris Hilton y los quieren para ya! –y rápidamente salí casi disparado a buscar los frascos que me pedían. Es increíble, pero cuando uno quiere que el día se pase rápido, pareciera que las horas fueran a paso de tortuga, tuve que esperar demasiado para lograr escuchar la voz de Andrés decir –voy a mi casa a cambiarme, no quiero estar con el uniforme, y luego voy a tu casa, ¿te parece? –y cuando eso sucedió estaba casi saltando de la emoción, aunque realmente por fuera nadie lo notó. Esa noche salí disparado a medio arreglar la casa, recuerden que estaba solo, y yo solo, soy casi un desastre, cuando entré el carro a la casa, todo parecía estar normal, pero al abrir la puerta y llegar al comedor las luces se encendieron solitas y fue ahí donde lo ví, era Dave gritando –¡SORPRESA! –y miles de papelitos salían volados como pica pica y él saltaba de un lado a otro. La gran sorpresa era que ésta vez, el sándwich que me había preparado, era real, y no de caricatura. –no fue nada fácil –dijo Dave redondeando sus ojos mágicamente –tu comida pesa demasiado, y además Max se portó mal, y tuve que darle un paquete entero de jamón para que se quedara entretenido en el patio de atrás, ¡pero lo logré! –y yo boquiabierto y sin creerlo grité –¿¡Le diste un paquete entero de jamón!? –y él sonriendo y sobando su nuca con la mano se disculpó y afirmó que sería la única forma en la que Max se largaría de la cocina. De cualquier forma, no había tiempo, Andrés estaría por llegar en poco tiempo a mi casa, no me había cambiado de ropa, miles de papeles estaban tirados por todas partes, había un sándwich sobre la mesa, un chihuahua hartándose de jamón en el patio trasero, un animé de papel tamaño real que hablaba y se movía como si estuviese vivo que ya no estaba seguro si era o no era producto de mi imaginación, y recordemos: tal película de terror…no existe. ¡Genial!
Adelantos del Próximo Capitulo [IV]
…y yo en mi mente mientras sonreía apenadamente a Andrés veía de vez en cuando a Max comiendo el jamón sobre la alfombra de la sala y pensaba << ¡Vamos Max! ¡Por favor! ¡Se buen perro y deshazte de la caricatura antes que lo arruine todo! >> pero el maldito chihuahua parecía no tener esa conexión telepática conmigo….
…y él viéndome fijo dijo con ímpetu –Diego, ¡eres una mierda! –y salió de mi casa somatando la puerta y yo daba un tremendo trago de saliva deseando que todo esto no fuera realidad….
…lo veía entre los pasillos de la juguetería y no me animaba a ir con él, entonces cuando estuve mucho tiempo parado ahí, por atrás escuché la voz de Alicia que me preguntaba –Diego… ¿Usted es gay? –y me paralicé por completo, pues nadie sabía hasta ahora que yo era un homosexual…
…y él viéndome fijo dijo con ímpetu –Diego, ¡eres una mierda! –y salió de mi casa somatando la puerta y yo daba un tremendo trago de saliva deseando que todo esto no fuera realidad….
…lo veía entre los pasillos de la juguetería y no me animaba a ir con él, entonces cuando estuve mucho tiempo parado ahí, por atrás escuché la voz de Alicia que me preguntaba –Diego… ¿Usted es gay? –y me paralicé por completo, pues nadie sabía hasta ahora que yo era un homosexual…
jueves, 16 de octubre de 2008
Capitulo II - ¡Yo soy el león!
Cuando la luz se encendió solo miraba manchas porque mi mirada estaba encandilada, y no logre distinguirlo bien, pero a los pocos segundos logré verlo, y realmente era algo increíble, quedé boquiabierto y con los ojos aterrados, y es que… él estaba ahí, era tan perfecto, sus enormes ojos atractivos, su barbilla fina y a la vez cuadrada, nariz respingada, cejas espesas, su cabello largo con mechones cayendo sobre su frente. Su estructura esbelta, parecía ser el hombre ideal para mi, sin embargo lo único que pude expresar fue –¡mierda! –me aterraba verlo, y es que él no era normal, él, era un anime. Un dibujo animado.
Pensé en estar dormido y me pellizqué y luego enloquecí y me somataba objetos en la cabeza y gritaba pidiendo ayuda para que alguien me despertara, y él inclinó su rostro haciendo una mueca de dolor con sus ojos entrecerrados y mejillas comprimidas. Parecía que le dolía lo que yo hacía, entonces me arrinconé en la cabecera de mi cama, y decidí tranquilizarme –esto… No es posible ¿Verdad? –y él asintió con su cabeza y luego se acercó poco a poco a mí, me daba miedo hablar con un dibujo animado. El se sentó a los pies de mi cama y cabizbajo confirmó que sabía que iba a tener esa reacción, y rodó una lágrima sobre su mejilla y cuando la secó, noté que le faltaban dos dedos, tras un largo silencio pregunté qué le había sucedido y contestó –Max –y luego entendí su temor al diminuto chihuahua. –Pero… ¿Cómo es esto posible? ¡Es increíble! A ver, a ver, a ver, a ver… dime, ¿de dónde vienes? ¿Qué haces en mi habitación? ¿cómo conseguiste llegar a mi? ¿Por qué has estado encerrado en mi casa? ¿Vienes de algún otro mundo? –y él sonriendo un poco apenado mencionó que lo único que sabía, era que despertaba en el armario, entonces fui y volví a revisar: ropa aquí, ropa allá, suéteres, jeans, bufandas, había de todo y era casi imposible que saliera de mi armario. Luego me arrodillé a seguir buscando por los suelos del armario pero no encontré nada. Me levanté y lo observé fijamente casi sin poderlo creer, era de mi estatura, su nariz casi perfecta, sus mechones del abombado pelo café. Traía un pantalón de tela verde musgo y una camisa con un cuello extraño que hacía que se le viera un poco el pecho, de tela beige. Me dirigí hacia él con temor, y luego le extendí mi mano para que él también me la diera y él también con temor poco a poco la extendió y al tomar su mano, sentí una sensación extraña, sentí como si estuviera tocando al hombre casi perfecto mezclado con un gran pánico. Su mano en un solo plano era delgada, dedos largos, uñas bien cuidadas, pero, aún faltaban dos dedos; fui a mi escritorio y tome una hoja de papel carta –ven –sentencié y él obedeció, tomé su mano y terminé de dibujar sus dos dedos, luego con una tijera recorté los dedos y se los pegué con cinta adhesiva transparente y al finalizar el acto, el muñeco de papel elevó su mano a la altura de su rostro y movilizó sus cinco dedos viéndolos fijamente con sus enormes ojos y luego me agradeció y como por arte de magia, su rostro se torno redondo, cachetón, sus ojos se achinaron y sus dos cejas se curvearon, y sus mejillas se enrojecieron apenadamente. –No tenías qué hacerlo –mencionó mientras se movía de adelante hacia atrás con esa expresión tan tierna en su rostro –pero gracias, fue un gesto lindo de tu parte –terminó diciendo.
En mi vida había visto cosas extrañas, pero esto era distinto y sin duda algo que no muchos han vivido. –Cómo…cómo…es posible lo que estoy viviendo. –me preguntaba sujeto a mi armario y cuando volteé a ver de nuevo al muñeco de papel seguía ahí parado viéndome fijamente y preguntó –¿Es que no te agrado entonces? –y un signo de interrogación gigantesco se le posaba flotando sobre su cabeza mágicamente y su rostro nuevamente cambiaba de expresión hacia una de ojos horizontales repletos de sarcasmo y boca torcida. Le expliqué que no era normal lo que estaba pasando en ese momento, y lo cuestioné en asuntos básicos pero no me sabía decir mucho.
-…pero entonces…a ver… no entiendo. ¿Hace cuánto estas viviendo aquí? –y el sonriente contestó –no sé, a penas días, semanas, meses podrían ser años. La verdad no se. No recuerdo que me hayan enseñado el tiempo. –y arqueó sus ojos en forma de dos arco iris y sus mejillas enrojecieron.
-no, no, no, no, no, dijiste que hace algunas semanas, exactamente ¿Cuántas?
-¡Eso no lo sé! ¡Supongo que unas cuantas!
-y entonces… ¿de dónde eres?
-Del armario –dijo con sonrisa de oreja a oreja –creí que ya te lo había comentado.
-¿Del armario? No, no. Tienes que tener una nacionalidad.
-¿Nacionalidad? ¿Qué es una nacionalidad? –preguntó torciendo sus cejas exageradamente.
-¡Qué no le perteneces a ningún país!
-Te podría pertenecer a ti si quieres –comentó y sus ojos se transformaron en dos corazones que aumentaban y reducían de tamaño con ritmo. Realmente veía un caso perdido en él y es que él tomaba el asunto con un relajamiento increíble, ¿qué acaso era el único metido en un lío como ese? A él lo único que le interesaba era yo, y nada más, no sabía qué era una nacionalidad, no sabía su edad, no tenía ni la más mínima idea que el tiempo se podía medir, utilizaba expresiones extremadamente exageradas y se llamaba a sí mismo Diego. Decidí recostarme un rato en mi cama, mientras el muñeco de papel se movía por todo mi cuarto haciendo y deshaciendo signos de interrogación que se colocaban sobre su cabeza y me comentaba –¡Hey! ¡Tu cuarto luce mejor con luz! –y mientras decía esto curioseaba las gavetas de los muebles, y todo objeto que se le pusiera en frente, cada vez que un nuevo signo flotaba sobre su cabeza, al terminar el sentimiento expresado, el signo se hacía una pelota de papel arrugada automáticamente y se caía al suelo –antes solo miraba en tinieblas –comentaba haciendo sus ojos diminutos como si fueran dos letras “U” y su boquita la reducía de tamaño y la ponía triste.
Me tapé la cara con mi almohada y pensé "esto no puede estar sucediendo, no puede estar sucediendo, todo es un sueño, estas loco Diego, vas a despertar, te vas a quitar la almohada de la cara y el sujeto de papel no va a estar, todo era producto de tu imaginación…una…dos…y…¡tres!" y me quité la almohada y me senté en la cama y ahí seguía registrando mis cosas del escritorio, veía su espalda y sus pantalones bajos que casi se le empezaba a ver la raya entre nalgas –no puede ser –mencioné en voz alta desesperanzado que eso no sería un sueño y que estaba enloqueciendo; él contestó –exactamente… ¿qué? –mientras sujetaba un lapicero y lo miraba fijamente como si fuera un ser de otro planeta. Decidí no contestar a eso, y desesperado me levanté furioso de la cama, presioné el interruptor de la luz para apagarla y me volví a la cama y en mi mente solo cabía la posibilidad que todo era un sueño y mañana por la mañana despertaría y nada habría ocurrido. Mientras me acomodaba en la cama para descansar, se seguían escuchando los ruidos que Diego hacia por registrar mis cosas – ¿ya te vas a dormir? –preguntó y torno su voz a una vocecilla chillona intentando manipularme indirectamente para encender la luz. Y yo decidí, simplemente, no contestarle. Después de todo, todo era un sueño, una fantasía, algo inexistente, era mi imaginación.
¡PLACH!, se escuchó cuando Diego encendió la linterna para alumbrarme la cara y yo apretaba los ojos repitiendo en mi mente <> y luego la luz de la linterna se apagó y sentí un gran alivio, como si realmente hubiese sido mi imaginación la creadora de tal situación, pero al rato sentí cómo él se acostó en mi cama, y estaba a mis espaldas y comenzó a sobar mi pelo –creo que volveré a sobar tu pelo, como las noches anteriores –dijo con voz triste. Y yo suspiré fuerte e intenté dormir, lo cual fue algo fácil ya que con tanta sobadera de cabello, el sueño bajó en mi fácilmente, pese a que viniera de un ser extraño.
A la mañana siguiente, abrí mis ojos, y había dormido como un bebe, y no tardé tanto en recordar la tediosa noche que recién pasaba, eso causó mi levantada de cuerpo rápido a revisar que todo estuviera en orden, y cabalmente, todo en orden, como si nada hubiera pasado; pero noté bastantes pelotas de papel arrugado tiradas sobre el suelo y sobre mi escritorio una carita feliz hecha de clips. Luego la canción de “Please Don’t Stop the Music” empezó a sonar en mi celular, lo cuál hizo que brincara de donde estaba. Era mi mamá que me llamaba desde Antigua Guatemala –¿alo? ¡Mijo! ¿Cómo has estado? ¿Todo bien? ¿Ha llegado Herminia a hacer limpieza? ¿Has comido? –y yo con un tanto de sueño contesté que sí estaba bien, que sí había venido Herminia a hacer la limpieza, que sí había estado alimentándome, etcétera, etcétera, etcétera. Y luego del saludo y de informarla de lo general agregó que se quedarían unas noches más, posiblemente unas tres más y que me anduviera con cuidado y muy bien portado, que no me aprovechara de estar solo por la casa y tratándola de cortar rápido dije que me urgía alistarme para ir a trabajar. Luego de cortar, revisé las bolas de papel arrugado que estaban tiradas en el suelo y al abrir el papel, eran signos de admiración, de interrogación, y de otra clase de signos, me quedé muy pensativo en que cómo era posible lo que había sucedido, ¿Sería cierto aquello ocurrido?, pero al revisar la hora salí disparado a bañarme y alistarme, al abrir el armario tenía miedo, pero nada sucedió, todo estaba en orden, o en lo que “cabe” de mi orden, es decir: “camisas por aquí, camisas por allá, jeans, bufandas y demás accesorios regados” tomé un vaso de jugo de naranja, cepillé mis dientes y salí disparado al auto, lo arranqué y me dirigí al centro comercial en el que estaba trabajando como vacacionista vendiendo lociones en el primer nivel, y ahí estaba yo, con una camisa polo negra con el logotipo de la empresa bordado en las mangas y en el pecho. Entré y sonreí a la gente como de costumbre, saludé a Carmen, la jefa del departamento de lociones y perfumes y seguido de esto a los demás compañeros que con el tiempo nos íbamos chocando. A decir verdad, el trabajo lo conseguí únicamente porque no quería estar aburrido en mis vacaciones, estar trabajando me distraería y además, había un nuevo blanco: Andrés; moreno claro, ojos grandes, pestañas largas y dobladas, buen porte, sonrisa amplia, dientudo, segundo nivel, departamento de juguetes y a veces le tocaba hacer de cuenta cuentos. Al inicio nos topábamos en el elevador, en las gradas eléctricas, pero poco a poco nos controlamos los horarios de comida, de receso, los mandados, etc. Y las chocadas con él ya no eran de tan “pura casualidad” sino que las ocasionábamos. –y… entonces… ¿hay gafetes para llevar al segundo nivel? –pregunté a Carmen, mi jefa, y ella con sus ojos verdes redondos y su maldito tic contestó –no cielo, ya fue Luis –y con sus muñecas a la altura del pecho colgadas como si fuera una fufa terminó agregando –siempre gracias –y siguió parpadeando muchas veces y se volteó a seguir trabajando y yo urgido de ir al segundo nivel le toqué el hombro por la espalda y agregué –¿y qué tal volantes? –y ella sonrió y me dijo: “NO” –quizás ¿“muestras gratis”? –y nuevamente negó con su cabeza –¿Algún sencillo para caja? –y ella seguía negando –bueno, ehm… ¿algún mandado? –y ella se volteó, me miro fijamente a los ojos y dijo –no cielo, gracias. No. –y sus ojos quedaron nuevamente parpadeando ochenta veces por segundo. Y yo con una sonrisa hipócrita asentí y di pasos hacia atrás para retirarme pero ella me detuvo por el hombro y mencionó –cielo, no hay nada que tengas que ir a hacer arriba, pero te he observado y sé que los jóvenes como tú necesitan de esas locas aventuras –y al mencionar esto movió sus muñecas de un lado a otro como si sus muñecas fuesen de hule. –Así que… ve por ella cielo, atrápala, conquístala, eres un león. –y rió como una especie de bruja. Yo obviamente también devolví la risa casi diabólica que ella dio y frunciendo mi nariz con una sonrisa de oreja a oreja contesté –¡Eso es! ¡yo soy el león! –y empuñé mi mano y la agité como “ganador” y seguido de esto salí casi disparado al segundo nivel y a mis espaldas escuché su voz que decía “no tardes tanto”.
Subí las gradas eléctricas casi corriendo y un policía me pitó para que tuviera precaución, y una vez en el segundo nivel, departamento de niños; me tranquilicé y actué como si nada estuviera pasando, entonces caminé algunos metros después de la ropa de niñas y lo ví entre los pacillos arrodillado ordenando juguetes. Me dirigí hacia él, y le toqué la espalda con un dedo y muy galán saludé –buenos días –y él se sorprendió y me devolvió el saludo empuñando su mano y chocándola contra la mía. –¿tan temprano por acá? –Preguntó con una sonrisa en sus labios y yo peinándome con mis dos manos mi copete hacia arriba contesté –pues si no me quieres por acá, me voy. –y levanté mis cejas y él me dio un puñetazo en la pierna y se rió y agregó que estaba bien por él si estaba ahí. Me senté a su lado en el piso y pregunté qué hacía y contestó que ordenando juguetes que los niños habían dejado tirados el día anterior. Lo ayudé a levantar los juguetes y una vez listos pregunté qué haría esa noche, contestó que tenía planes con su abuela y su mamá para cocinar y pasar tiempo familiar. –y yo que te iba a llevar a ver una película –comenté con risas. Y él solo torció sus cejas y lo lamentó. –Bueno –agregué viendo el suelo de colores –pero, quizás y un día de éstos sí puedas. ¿Verdad? –y él asintió mientras jugaba con sus pulgares –la verdad, no hay ninguna película que me llame la atención por ahora, todas las que están en cartelera se miran aburridas. –me dijo. Y yo sin perder oportunidad pregunté qué clase de películas le gustaban y contestó que las de terror. –tengo una muy buena en casa –agregué para simpatizar –quizás un día de éstos puedas venir. –y Andrés muy sonriente dijo que le parecía le idea, y yo sin perder el tiempo puse fecha –¿mañana? –y le di de mis sonrisas más picaras viéndolo fijamente y él devolviendo la sonrisa afirmó. Luego nos quedamos viendo fijos y parecía que nos hubieran puesto anestesia en la boca, porque nuestras sonrisas no se borraban, ya hace tiempo, desde que empecé a trabajar nos hemos estado platicando y topando, entonces pensé a mis adentros "ya esta que éste fijo es del rollo" entonces me animé a preguntar –¿es una cita? –y mantuve mi mirada y sonrisa y él con sus ojos muy, muy abiertos contestó –bueno, podría ser, si quieres –y yo me levanté de dónde estaba y asentí. –te veo luego, Carmen me va a matar, solo me dejó venir un momento –y él rió haciendo su cabeza para atrás y recostó su cuerpo sobre sus brazos y agregó –bueno, entonces anda; y a lo mejor en una de estas llego por una muestra de loción, después de todo, se me acaba la Fahrenheit. –le guiñé el ojo y salí disparado con el corazón saltando de la felicidad. Había conseguido una cita, logré sacarle indirectamente que era del rollo y me sentía increíble.
Volví con Carmen y guiñándome el ojo y su diminuta nariz, hizo la mano como si fuera una especie de garra de león y me mandó a ordenar frascos de perfume con Alicia, otra vacacionista. Ahora sí, estaba seguro que iba a tener una buena cita, después de todo, me gustaba, me caía bien, se miraba un buen muchacho y ya llevaba un buen rato sin tener nada de nada con nadie. Por detrás de la vitrina de perfumes estaba Alicia, aquella chica de tez blanca, gordita, pelirroja que casi siempre estaba a disposición del cliente, la saludé y ayudé a acomodar paquetes de lociones y cajas de perfumes. Mientras ordenábamos las cajas me mencionaba que tenía algunos problemas en su cabeza, y justo cuando me los iba a comentar, Carmen interrumpió diciendo que nos apresuráramos a ordenar las cajas, y obedeciéndole Alicia me miró de reojo y dijo –se lo cuento en el almuerzo. –y calló, y de ahí no volvió a hablar mucho, simplemente para cosas de trabajo. Pasaron las horas y llegó la hora de almuerzo y agarrados del brazo fuimos a los restaurantes del centro comercial a comprar unas pizzas para comer; la noté muy callada y le pregunté sobre su problema y confesó –bueno, no es mi problema en realidad, sino que de mi hermano, pero he estado afligida por él. –y yo frunciendo mis cejas contesté –¿Luís? ¿y ahora en qué líos anda metido? –Luís, es el hermano de Alicia, ambos somos los menores de la familia, en realidad, nosotros con mi hermana solo somos dos, pero Alicia tiene tres hermanos más, pero dos de ellos ya están casados y solo vive con Luís y sus papás, es decir, estamos en una situación muy parecida, Luís es de los que vive metidos en líos, negocios, parrandas, es un mundo de posibilidades, nunca nadie sabe qué se puede esperar con él, recién que lo vi cuando llegó por Alicia al Centro Comercial, me lo presentó por la ventana del auto, es muy parecido a Alicia. Me contó que su hermano había por decirlo así: “metido las patas” embarazó a su novia que a duras penas llevaban tres meses de novios, comentaba que Luís estaba nervioso y no sabía qué hacer con los papás de la novia, él fácil era un hombre que se podía mantener y edad tenía para irse a vivir con su novia, pero huía de los compromisos y por su mente había pasado un aborto, Alicia afligida mencionaba –pero, ¡dígame Diego! ¡Por qué mi hermano es tan idiota? ¿Se da cuenta? ¡Es una vida la que va a traer al mundo! La verdad me ofendió cuando me mencionó sobre su idea del aborto, sé que no quería decirlo, simplemente quiere huir del asunto. –y luego tiró un gran suspiro mientras arreglaba su pelirrojo cabello liso. Agregó que prefería no pensar tanto en eso y que mejor le contara yo algo. Mientras me lo decía logré divisar a mi nuevo blanco, estaba comprando comida china, me disculpé y permití una interrupción en nuestra conversación con Alicia y tomada del brazo la guié hacia la comida china y ella queriéndome llevar hacia la pizzería le dije que la alcanzaba al rato y aceptó, me fui a paso rápido hacia la comida china y en el camino pensaba << ¡yo soy el león! ¡Yo soy el león!>> y se me venía la imagen de aquella señora con su mano garra y su tic en los ojos. –con que comida china. –comenté mientras lo sobaba indirectamente por la cintura y Andrés sorprendido sonrió y dijo que era por puras ganas de una compañera de su área. –Bueno –agregué –quizás sea buena idea pedir comida china para mañana ¿no? –y él sonriendo contestó –por mi, tortillas con fríjol está bien, siempre y cuando tenga buena compañía –y guiñando su ojo, tomó sus bolsas de comida y se retiró muy cuzco <<>>> pensé a mis adentros mientras iba de regreso con Alicia, ya con una sonrisa puesta en mis labios.
El día de trabajo no importa tanto, en realidad, lo mejor de mi día estuvo ya en la noche, ya casi no había gente en el almacén, y noté a Andrés bajar de las gradas eléctricas ya con sus cosas, se acercó a mi y con una sonrisa se despidió –me voy, pero, no me quería ir sin mi muestra de Fahrenheit. –y rió un poco. Fui al muestrario y tomé un botecito de plástico de Fahrenheit y teniéndolo en la mano le dije – ¿me permite? –y curvé una de mis cejas; él asintió y le eché un poco en su cuello y en sus muñecas y él regó la loción. Lo tomé por la cintura y asegurándome que no hubiera gente por el almacén; me acerqué a olerle el cuello y rocé mi nariz por su piel. –bastante bien. –Aseguré mientras me alejaba y él lo agradeció –es un aroma dulce, no a todos los hombres les va. –y sonrió –hasta mañana. –finalizó. Se dio media vuelta y se marchó. Odio que los hombres se hagan los difíciles, es decir, es lo bueno de ser gay, casi todos los hombres son regalados, pero sin duda alguna, los difíciles, al igual que las mujeres, logran su objetivo, llamar la atención de gente burra como yo, para seguirlos.
Nueve y media de la noche, y yo estaba llegando a mi casa, no paraba de pensar en Andrés, y entrando a la sala de mi casa, observé el televisor y pensé << ¿Qué vas a hacer Diego? ¡Ni siquiera tienes una película de terror!>> y un poco de aflicción entró en mi. Me dirigí a mi habitación y por el camino me iba desnudando para llegar a cambiarme a un bóxer y playera más cómodos. Encendí la luz de mi habitación y logré ver a un ser esbelto que se volteaba sorprendido y con un gesto tremendamente alegre saltó de emoción de la cama y me dijo: “¡VINISTE!”.
Pensé en estar dormido y me pellizqué y luego enloquecí y me somataba objetos en la cabeza y gritaba pidiendo ayuda para que alguien me despertara, y él inclinó su rostro haciendo una mueca de dolor con sus ojos entrecerrados y mejillas comprimidas. Parecía que le dolía lo que yo hacía, entonces me arrinconé en la cabecera de mi cama, y decidí tranquilizarme –esto… No es posible ¿Verdad? –y él asintió con su cabeza y luego se acercó poco a poco a mí, me daba miedo hablar con un dibujo animado. El se sentó a los pies de mi cama y cabizbajo confirmó que sabía que iba a tener esa reacción, y rodó una lágrima sobre su mejilla y cuando la secó, noté que le faltaban dos dedos, tras un largo silencio pregunté qué le había sucedido y contestó –Max –y luego entendí su temor al diminuto chihuahua. –Pero… ¿Cómo es esto posible? ¡Es increíble! A ver, a ver, a ver, a ver… dime, ¿de dónde vienes? ¿Qué haces en mi habitación? ¿cómo conseguiste llegar a mi? ¿Por qué has estado encerrado en mi casa? ¿Vienes de algún otro mundo? –y él sonriendo un poco apenado mencionó que lo único que sabía, era que despertaba en el armario, entonces fui y volví a revisar: ropa aquí, ropa allá, suéteres, jeans, bufandas, había de todo y era casi imposible que saliera de mi armario. Luego me arrodillé a seguir buscando por los suelos del armario pero no encontré nada. Me levanté y lo observé fijamente casi sin poderlo creer, era de mi estatura, su nariz casi perfecta, sus mechones del abombado pelo café. Traía un pantalón de tela verde musgo y una camisa con un cuello extraño que hacía que se le viera un poco el pecho, de tela beige. Me dirigí hacia él con temor, y luego le extendí mi mano para que él también me la diera y él también con temor poco a poco la extendió y al tomar su mano, sentí una sensación extraña, sentí como si estuviera tocando al hombre casi perfecto mezclado con un gran pánico. Su mano en un solo plano era delgada, dedos largos, uñas bien cuidadas, pero, aún faltaban dos dedos; fui a mi escritorio y tome una hoja de papel carta –ven –sentencié y él obedeció, tomé su mano y terminé de dibujar sus dos dedos, luego con una tijera recorté los dedos y se los pegué con cinta adhesiva transparente y al finalizar el acto, el muñeco de papel elevó su mano a la altura de su rostro y movilizó sus cinco dedos viéndolos fijamente con sus enormes ojos y luego me agradeció y como por arte de magia, su rostro se torno redondo, cachetón, sus ojos se achinaron y sus dos cejas se curvearon, y sus mejillas se enrojecieron apenadamente. –No tenías qué hacerlo –mencionó mientras se movía de adelante hacia atrás con esa expresión tan tierna en su rostro –pero gracias, fue un gesto lindo de tu parte –terminó diciendo.
En mi vida había visto cosas extrañas, pero esto era distinto y sin duda algo que no muchos han vivido. –Cómo…cómo…es posible lo que estoy viviendo. –me preguntaba sujeto a mi armario y cuando volteé a ver de nuevo al muñeco de papel seguía ahí parado viéndome fijamente y preguntó –¿Es que no te agrado entonces? –y un signo de interrogación gigantesco se le posaba flotando sobre su cabeza mágicamente y su rostro nuevamente cambiaba de expresión hacia una de ojos horizontales repletos de sarcasmo y boca torcida. Le expliqué que no era normal lo que estaba pasando en ese momento, y lo cuestioné en asuntos básicos pero no me sabía decir mucho.
-…pero entonces…a ver… no entiendo. ¿Hace cuánto estas viviendo aquí? –y el sonriente contestó –no sé, a penas días, semanas, meses podrían ser años. La verdad no se. No recuerdo que me hayan enseñado el tiempo. –y arqueó sus ojos en forma de dos arco iris y sus mejillas enrojecieron.
-no, no, no, no, no, dijiste que hace algunas semanas, exactamente ¿Cuántas?
-¡Eso no lo sé! ¡Supongo que unas cuantas!
-y entonces… ¿de dónde eres?
-Del armario –dijo con sonrisa de oreja a oreja –creí que ya te lo había comentado.
-¿Del armario? No, no. Tienes que tener una nacionalidad.
-¿Nacionalidad? ¿Qué es una nacionalidad? –preguntó torciendo sus cejas exageradamente.
-¡Qué no le perteneces a ningún país!
-Te podría pertenecer a ti si quieres –comentó y sus ojos se transformaron en dos corazones que aumentaban y reducían de tamaño con ritmo. Realmente veía un caso perdido en él y es que él tomaba el asunto con un relajamiento increíble, ¿qué acaso era el único metido en un lío como ese? A él lo único que le interesaba era yo, y nada más, no sabía qué era una nacionalidad, no sabía su edad, no tenía ni la más mínima idea que el tiempo se podía medir, utilizaba expresiones extremadamente exageradas y se llamaba a sí mismo Diego. Decidí recostarme un rato en mi cama, mientras el muñeco de papel se movía por todo mi cuarto haciendo y deshaciendo signos de interrogación que se colocaban sobre su cabeza y me comentaba –¡Hey! ¡Tu cuarto luce mejor con luz! –y mientras decía esto curioseaba las gavetas de los muebles, y todo objeto que se le pusiera en frente, cada vez que un nuevo signo flotaba sobre su cabeza, al terminar el sentimiento expresado, el signo se hacía una pelota de papel arrugada automáticamente y se caía al suelo –antes solo miraba en tinieblas –comentaba haciendo sus ojos diminutos como si fueran dos letras “U” y su boquita la reducía de tamaño y la ponía triste.
Me tapé la cara con mi almohada y pensé "
A la mañana siguiente, abrí mis ojos, y había dormido como un bebe, y no tardé tanto en recordar la tediosa noche que recién pasaba, eso causó mi levantada de cuerpo rápido a revisar que todo estuviera en orden, y cabalmente, todo en orden, como si nada hubiera pasado; pero noté bastantes pelotas de papel arrugado tiradas sobre el suelo y sobre mi escritorio una carita feliz hecha de clips. Luego la canción de “Please Don’t Stop the Music” empezó a sonar en mi celular, lo cuál hizo que brincara de donde estaba. Era mi mamá que me llamaba desde Antigua Guatemala –¿alo? ¡Mijo! ¿Cómo has estado? ¿Todo bien? ¿Ha llegado Herminia a hacer limpieza? ¿Has comido? –y yo con un tanto de sueño contesté que sí estaba bien, que sí había venido Herminia a hacer la limpieza, que sí había estado alimentándome, etcétera, etcétera, etcétera. Y luego del saludo y de informarla de lo general agregó que se quedarían unas noches más, posiblemente unas tres más y que me anduviera con cuidado y muy bien portado, que no me aprovechara de estar solo por la casa y tratándola de cortar rápido dije que me urgía alistarme para ir a trabajar. Luego de cortar, revisé las bolas de papel arrugado que estaban tiradas en el suelo y al abrir el papel, eran signos de admiración, de interrogación, y de otra clase de signos, me quedé muy pensativo en que cómo era posible lo que había sucedido, ¿Sería cierto aquello ocurrido?, pero al revisar la hora salí disparado a bañarme y alistarme, al abrir el armario tenía miedo, pero nada sucedió, todo estaba en orden, o en lo que “cabe” de mi orden, es decir: “camisas por aquí, camisas por allá, jeans, bufandas y demás accesorios regados” tomé un vaso de jugo de naranja, cepillé mis dientes y salí disparado al auto, lo arranqué y me dirigí al centro comercial en el que estaba trabajando como vacacionista vendiendo lociones en el primer nivel, y ahí estaba yo, con una camisa polo negra con el logotipo de la empresa bordado en las mangas y en el pecho. Entré y sonreí a la gente como de costumbre, saludé a Carmen, la jefa del departamento de lociones y perfumes y seguido de esto a los demás compañeros que con el tiempo nos íbamos chocando. A decir verdad, el trabajo lo conseguí únicamente porque no quería estar aburrido en mis vacaciones, estar trabajando me distraería y además, había un nuevo blanco: Andrés; moreno claro, ojos grandes, pestañas largas y dobladas, buen porte, sonrisa amplia, dientudo, segundo nivel, departamento de juguetes y a veces le tocaba hacer de cuenta cuentos. Al inicio nos topábamos en el elevador, en las gradas eléctricas, pero poco a poco nos controlamos los horarios de comida, de receso, los mandados, etc. Y las chocadas con él ya no eran de tan “pura casualidad” sino que las ocasionábamos. –y… entonces… ¿hay gafetes para llevar al segundo nivel? –pregunté a Carmen, mi jefa, y ella con sus ojos verdes redondos y su maldito tic contestó –no cielo, ya fue Luis –y con sus muñecas a la altura del pecho colgadas como si fuera una fufa terminó agregando –siempre gracias –y siguió parpadeando muchas veces y se volteó a seguir trabajando y yo urgido de ir al segundo nivel le toqué el hombro por la espalda y agregué –¿y qué tal volantes? –y ella sonrió y me dijo: “NO” –quizás ¿“muestras gratis”? –y nuevamente negó con su cabeza –¿Algún sencillo para caja? –y ella seguía negando –bueno, ehm… ¿algún mandado? –y ella se volteó, me miro fijamente a los ojos y dijo –no cielo, gracias. No. –y sus ojos quedaron nuevamente parpadeando ochenta veces por segundo. Y yo con una sonrisa hipócrita asentí y di pasos hacia atrás para retirarme pero ella me detuvo por el hombro y mencionó –cielo, no hay nada que tengas que ir a hacer arriba, pero te he observado y sé que los jóvenes como tú necesitan de esas locas aventuras –y al mencionar esto movió sus muñecas de un lado a otro como si sus muñecas fuesen de hule. –Así que… ve por ella cielo, atrápala, conquístala, eres un león. –y rió como una especie de bruja. Yo obviamente también devolví la risa casi diabólica que ella dio y frunciendo mi nariz con una sonrisa de oreja a oreja contesté –¡Eso es! ¡yo soy el león! –y empuñé mi mano y la agité como “ganador” y seguido de esto salí casi disparado al segundo nivel y a mis espaldas escuché su voz que decía “no tardes tanto”.
Subí las gradas eléctricas casi corriendo y un policía me pitó para que tuviera precaución, y una vez en el segundo nivel, departamento de niños; me tranquilicé y actué como si nada estuviera pasando, entonces caminé algunos metros después de la ropa de niñas y lo ví entre los pacillos arrodillado ordenando juguetes. Me dirigí hacia él, y le toqué la espalda con un dedo y muy galán saludé –buenos días –y él se sorprendió y me devolvió el saludo empuñando su mano y chocándola contra la mía. –¿tan temprano por acá? –Preguntó con una sonrisa en sus labios y yo peinándome con mis dos manos mi copete hacia arriba contesté –pues si no me quieres por acá, me voy. –y levanté mis cejas y él me dio un puñetazo en la pierna y se rió y agregó que estaba bien por él si estaba ahí. Me senté a su lado en el piso y pregunté qué hacía y contestó que ordenando juguetes que los niños habían dejado tirados el día anterior. Lo ayudé a levantar los juguetes y una vez listos pregunté qué haría esa noche, contestó que tenía planes con su abuela y su mamá para cocinar y pasar tiempo familiar. –y yo que te iba a llevar a ver una película –comenté con risas. Y él solo torció sus cejas y lo lamentó. –Bueno –agregué viendo el suelo de colores –pero, quizás y un día de éstos sí puedas. ¿Verdad? –y él asintió mientras jugaba con sus pulgares –la verdad, no hay ninguna película que me llame la atención por ahora, todas las que están en cartelera se miran aburridas. –me dijo. Y yo sin perder oportunidad pregunté qué clase de películas le gustaban y contestó que las de terror. –tengo una muy buena en casa –agregué para simpatizar –quizás un día de éstos puedas venir. –y Andrés muy sonriente dijo que le parecía le idea, y yo sin perder el tiempo puse fecha –¿mañana? –y le di de mis sonrisas más picaras viéndolo fijamente y él devolviendo la sonrisa afirmó. Luego nos quedamos viendo fijos y parecía que nos hubieran puesto anestesia en la boca, porque nuestras sonrisas no se borraban, ya hace tiempo, desde que empecé a trabajar nos hemos estado platicando y topando, entonces pensé a mis adentros "ya esta que éste fijo es del rollo"
Volví con Carmen y guiñándome el ojo y su diminuta nariz, hizo la mano como si fuera una especie de garra de león y me mandó a ordenar frascos de perfume con Alicia, otra vacacionista. Ahora sí, estaba seguro que iba a tener una buena cita, después de todo, me gustaba, me caía bien, se miraba un buen muchacho y ya llevaba un buen rato sin tener nada de nada con nadie. Por detrás de la vitrina de perfumes estaba Alicia, aquella chica de tez blanca, gordita, pelirroja que casi siempre estaba a disposición del cliente, la saludé y ayudé a acomodar paquetes de lociones y cajas de perfumes. Mientras ordenábamos las cajas me mencionaba que tenía algunos problemas en su cabeza, y justo cuando me los iba a comentar, Carmen interrumpió diciendo que nos apresuráramos a ordenar las cajas, y obedeciéndole Alicia me miró de reojo y dijo –se lo cuento en el almuerzo. –y calló, y de ahí no volvió a hablar mucho, simplemente para cosas de trabajo. Pasaron las horas y llegó la hora de almuerzo y agarrados del brazo fuimos a los restaurantes del centro comercial a comprar unas pizzas para comer; la noté muy callada y le pregunté sobre su problema y confesó –bueno, no es mi problema en realidad, sino que de mi hermano, pero he estado afligida por él. –y yo frunciendo mis cejas contesté –¿Luís? ¿y ahora en qué líos anda metido? –Luís, es el hermano de Alicia, ambos somos los menores de la familia, en realidad, nosotros con mi hermana solo somos dos, pero Alicia tiene tres hermanos más, pero dos de ellos ya están casados y solo vive con Luís y sus papás, es decir, estamos en una situación muy parecida, Luís es de los que vive metidos en líos, negocios, parrandas, es un mundo de posibilidades, nunca nadie sabe qué se puede esperar con él, recién que lo vi cuando llegó por Alicia al Centro Comercial, me lo presentó por la ventana del auto, es muy parecido a Alicia. Me contó que su hermano había por decirlo así: “metido las patas” embarazó a su novia que a duras penas llevaban tres meses de novios, comentaba que Luís estaba nervioso y no sabía qué hacer con los papás de la novia, él fácil era un hombre que se podía mantener y edad tenía para irse a vivir con su novia, pero huía de los compromisos y por su mente había pasado un aborto, Alicia afligida mencionaba –pero, ¡dígame Diego! ¡Por qué mi hermano es tan idiota? ¿Se da cuenta? ¡Es una vida la que va a traer al mundo! La verdad me ofendió cuando me mencionó sobre su idea del aborto, sé que no quería decirlo, simplemente quiere huir del asunto. –y luego tiró un gran suspiro mientras arreglaba su pelirrojo cabello liso. Agregó que prefería no pensar tanto en eso y que mejor le contara yo algo. Mientras me lo decía logré divisar a mi nuevo blanco, estaba comprando comida china, me disculpé y permití una interrupción en nuestra conversación con Alicia y tomada del brazo la guié hacia la comida china y ella queriéndome llevar hacia la pizzería le dije que la alcanzaba al rato y aceptó, me fui a paso rápido hacia la comida china y en el camino pensaba << ¡yo soy el león! ¡Yo soy el león!>> y se me venía la imagen de aquella señora con su mano garra y su tic en los ojos. –con que comida china. –comenté mientras lo sobaba indirectamente por la cintura y Andrés sorprendido sonrió y dijo que era por puras ganas de una compañera de su área. –Bueno –agregué –quizás sea buena idea pedir comida china para mañana ¿no? –y él sonriendo contestó –por mi, tortillas con fríjol está bien, siempre y cuando tenga buena compañía –y guiñando su ojo, tomó sus bolsas de comida y se retiró muy cuzco <<>>> pensé a mis adentros mientras iba de regreso con Alicia, ya con una sonrisa puesta en mis labios.
El día de trabajo no importa tanto, en realidad, lo mejor de mi día estuvo ya en la noche, ya casi no había gente en el almacén, y noté a Andrés bajar de las gradas eléctricas ya con sus cosas, se acercó a mi y con una sonrisa se despidió –me voy, pero, no me quería ir sin mi muestra de Fahrenheit. –y rió un poco. Fui al muestrario y tomé un botecito de plástico de Fahrenheit y teniéndolo en la mano le dije – ¿me permite? –y curvé una de mis cejas; él asintió y le eché un poco en su cuello y en sus muñecas y él regó la loción. Lo tomé por la cintura y asegurándome que no hubiera gente por el almacén; me acerqué a olerle el cuello y rocé mi nariz por su piel. –bastante bien. –Aseguré mientras me alejaba y él lo agradeció –es un aroma dulce, no a todos los hombres les va. –y sonrió –hasta mañana. –finalizó. Se dio media vuelta y se marchó. Odio que los hombres se hagan los difíciles, es decir, es lo bueno de ser gay, casi todos los hombres son regalados, pero sin duda alguna, los difíciles, al igual que las mujeres, logran su objetivo, llamar la atención de gente burra como yo, para seguirlos.
Nueve y media de la noche, y yo estaba llegando a mi casa, no paraba de pensar en Andrés, y entrando a la sala de mi casa, observé el televisor y pensé << ¿Qué vas a hacer Diego? ¡Ni siquiera tienes una película de terror!>> y un poco de aflicción entró en mi. Me dirigí a mi habitación y por el camino me iba desnudando para llegar a cambiarme a un bóxer y playera más cómodos. Encendí la luz de mi habitación y logré ver a un ser esbelto que se volteaba sorprendido y con un gesto tremendamente alegre saltó de emoción de la cama y me dijo: “¡VINISTE!”.
jueves, 9 de octubre de 2008
Capitulo I - Intruso en el Armario
Qué tal, soy Diego, y hace algunos días, tuve la experiencia más extraña que he tenido en mi vida. En realidad, esto se ha vuelto algo increíble. Y desearía que jamás terminara. ¿Han imaginado a la persona perfecta? Yo sí. Todo inicio en mi adolescencia. En la escuela, estaba enamorado de una chica increíble, ojos grandes y avellanados, tez blanca, pelo rubio, sonrisa amplia, dientes grandes, y añadiendo que estaba en sexto primaria, parecía ser la mujer perfecta. Estuve enamorado de ella, sin saber que mi destino me conducía hacia otro lugar. Para cuando vimos el sistema reproductor del ser humano en sexto primaria, nuestras mentes precoses volaban y tengo muy buenos recuerdos que han sucedido, quizás insignificantes, pero que hacen que me ría cada vez que los recuerdo. Manuela, era una niña extremadamente loca, casi esquizofrénica, me llevaba muy bien con ella, creo jamás olvidar su rostro blanco cachetona, con sus lentes de culo de botella y pelo partido hacia la mitad como una Monalisa, pasó a exponer los genitales del hombre, para cuando habló del ano, mencionó que cuando el hombre crecía, le salían vellos en el ano. Al escuchar esto… jaja me reí a mis adentros. Pero esta risa se tornó incontrolable. Lo que se me ocurrió fue ponerme en reposo para que no se me notara, pero Manuela, la niña esquizofrénica expositora notó mi risa y también empezó a reír y las lagrimas empezaron a salir de sus enormes ojos de la risa. –Manuela, ¿sucede algo? ¿Nos quiere compartir el chiste? –dijo la maestra como si no supiera por qué reíamos, luego se dirigió a mi – ¿y usted Diego? ¿Todo bien? –no podía ocultar mi enorme sonrisa, casi enseñaba las encillas. ¿Se imaginan mi rostro? Yo diciendo que no, y mostrando mis ensillas y enormes dientes a ya no poder más. Ese día, no solo expusimos el aparato reproductor, sino que también nos tocaba llevar maquetas del mismo tema. Para cuando fue el tiempo de la clase de Artes Industriales y Educación para el Hogar, todos los hombres de la clase nos quedamos en la clase, se suponía que debíamos ir a otro salón a recibir Artes Industriales, pero el profesor no había llegado ese día, así que todos los hombres nos quedamos en la clase y las mujeres se fueron a su clase de Educación para el Hogar. Un tipo llamado Antonio gritó a todos los hombres de la clase – ¡Hey! ¡Miren! –mientras tomaba una de las maquetas en forma de vagina y la colocaba al ras de sus genitales y se movía como si se la estuviese cogiendo. A decir verdad, en buena crítica, aunque era solo una sobreactuación para hacer reír a la clase, parecía ser una buena penetración.
El día que descubrí la masturbación, inició sin querer, no me había dado cuenta de lo que estaba ocurriendo, simplemente que sentía enooooorme satisfacción. No tardé mucho en descubrir que si pensaba en los genitales de alguien, el placer crecía, entonces, una vez descubierto eso, empecé con emoción a darle duro, fue una experiencia inolvidable, luego, a mi mente vino la imagen de Antonio penetrando la maqueta, y fue algo loco, que me dio placer y no pude sacar de mi mente, con el tiempo Antonio ya no penetraba solo la vagina, sino que desaparecía la maqueta y lo único que miraba mi mente era a Antonio sentado, recostado sobre la pared y masturbándose muy relajado. –wow –decía a mis adentros con gemidos, la verdad no me di cuenta que sin querer, era homosexual. Fue pasando el tiempo, y Antonio ya no fingía cogerse a la maqueta, sino que ahora me la mamaba a mi, y yo a él. Su cuerpo alto, voluminoso, moreno y sus gigantescas nalgas me excitaban.
Bueno, no quiero hacerles larga la historia, y tampoco excitarlos, así que resumiré en que poco a poco me fui aceptando como el gay que era, y me di cuenta que me gustaba, y no era nada malo. Y aunque no es aceptado por la sociedad, pues hice el intento por no desfallecer en el camino. Durante años imaginé al hombre perfecto, con su sonrisa tierna, sus ojos risueños, su pelo casi perfecto, y el preadolescente que un día se masturbó pensando en Antonio creció, y ahora, estoy aquí contándoles mi gran experiencia, teniendo ya los 20 años. Era Domingo por la noche y estaba solo en casa, no había nada que hacer, estaba realmente aburrido, y encendí la televisión, encontré porno, a decir verdad, jamás había visto de la porno que ví ese día, había visto porno de heteros, porno gay, y porno de lesbianas y a decir verdad todas me excitan, todas tienen lo suyo. Pero la porno de esta vez, era distinta. ¿Han escuchado más de alguna vez del Hentai? El Hentai es la porno de anime, el anime, son las caricaturas chinas, como Yu-Gi-Oh, Dragon Ball Z, y cuestiones muy japonesas, chinas o coreanas. Bueno… ahora qué tal… si… ¿Han escuchado del Yaoi? Bueno, para los que no, el Yaoi, es como el Hentai, solo que para los homosexuales, es decir, porno gay en caricaturas chinas. Y ahí estaba acostado en la cama viendo Yaoi, tuve una erección, pero realmente no sabía si eso era o no era normal, es decir: ¡Es Anime! ¡Son caricaturas! ¡Dibujos Animados! ¡Anime! Supuse que era una locura, y una vez acabada la escena apagué la televisión, pero en mi mente quedó la imagen de uno de los dibujos, y es que era tan perfecto, no era tan musculoso, simplemente estaba marcado, tenía su pelo largo, con fleco sobre su frente, pero no del todo perfecto, sino que simplemente mechones, sus ojos enormes, nariz no del todo respingada pero si un poco alargada, sus labios delgados, era alto, y esbelto, realmente el dibujante había podido hacer un buen trabajo. Meses anteriores, yo había hecho uno parecido, suponiendo que era el hombre perfecto, pero lamenté que quedara en dibujo nada màs.
Esa noche me acosté a dormir como cualquier otra noche, abrí mis ojos en la oscuridad de mi habitación y lograba ver las siluetas de los muebles y prendas que había dejado un tanto desordenadas, luego dirigí mi mirada hacia el frente derecho y vi mi guardarropa, y a continuación cerré los ojos y dormí. Escuché unos ruidos en mi guardarropa, y creí que era una cucaracha, pero luego el ruido se tornó un poco más fuerte, y pensé en que era una rata, pero al pasar el tiempo, los ruidos fueron tomando forma y parecía que alguien estaba dentro de mi guardarropa, pero, quién podría ser si no había nadie en la casa esa noche. Por un momento el miedo me tuvo sujeto, pensando en que podrían ser rateros dentro de la casa, pero decidí relajarme y taparme bien con las chamarras. Poco a poco escuché como alguien abría la puerta de mi guardarropa, entonces me levanté asustado y logré ver una silueta de un sujeto pasar hacia un área de mi cuarto oscura, entonces pregunté – ¡Quién está ahí! –y nadie contesto, luego amenacé – ¡Quién diablos está ahí! ¡Te daré una paliza maldita rata! ¡Dime quién eres! –entonces, me levanté poco a poco a encender la luz, pero antes de encenderla me hablaron –¡Detente! –y nuevamente pregunté quién era, y él contestó –Si te contesto realmente, no me creerías, y necesito que me creas. –entonces me detuve y volví a preguntar quién era –Sigue mis instrucciones –ordenó el sujeto en la oscuridad. –¡Te mandaré a la mierda! –grité, y él amenazó con matarme si me movía. –Sigue mis instrucciones si quieres vivir. Ve y acuéstate. –y yo obedecí con gran pánico. –descansa –concluyó el tipejo y luego el silencio invadió mi habitación. No me levanté de mi cama por miedo, y aunque no dormí en toda la noche, prefería estar seguro de todo los movimientos de ese tipo, aunque a decir verdad, al amanecer, la luz iluminó mi habitación y al revisar, tal tipo no existía. Revisé toda la casa y todo estaba en orden. No habían robado nada. Ese Lunes, estaba incomodo, no sabía qué había ocurrido exactamente, no sabía ni cómo se metió el tipo a la casa y cómo desapareció sin casi hacer ruido. Al anochecer, de nuevo el pánico inicio a invadirme, pues aún estaba solo y mi familia toda estaba por Antigua Guatemala de paseo.
El día que descubrí la masturbación, inició sin querer, no me había dado cuenta de lo que estaba ocurriendo, simplemente que sentía enooooorme satisfacción. No tardé mucho en descubrir que si pensaba en los genitales de alguien, el placer crecía, entonces, una vez descubierto eso, empecé con emoción a darle duro, fue una experiencia inolvidable, luego, a mi mente vino la imagen de Antonio penetrando la maqueta, y fue algo loco, que me dio placer y no pude sacar de mi mente, con el tiempo Antonio ya no penetraba solo la vagina, sino que desaparecía la maqueta y lo único que miraba mi mente era a Antonio sentado, recostado sobre la pared y masturbándose muy relajado. –wow –decía a mis adentros con gemidos, la verdad no me di cuenta que sin querer, era homosexual. Fue pasando el tiempo, y Antonio ya no fingía cogerse a la maqueta, sino que ahora me la mamaba a mi, y yo a él. Su cuerpo alto, voluminoso, moreno y sus gigantescas nalgas me excitaban.
Bueno, no quiero hacerles larga la historia, y tampoco excitarlos, así que resumiré en que poco a poco me fui aceptando como el gay que era, y me di cuenta que me gustaba, y no era nada malo. Y aunque no es aceptado por la sociedad, pues hice el intento por no desfallecer en el camino. Durante años imaginé al hombre perfecto, con su sonrisa tierna, sus ojos risueños, su pelo casi perfecto, y el preadolescente que un día se masturbó pensando en Antonio creció, y ahora, estoy aquí contándoles mi gran experiencia, teniendo ya los 20 años. Era Domingo por la noche y estaba solo en casa, no había nada que hacer, estaba realmente aburrido, y encendí la televisión, encontré porno, a decir verdad, jamás había visto de la porno que ví ese día, había visto porno de heteros, porno gay, y porno de lesbianas y a decir verdad todas me excitan, todas tienen lo suyo. Pero la porno de esta vez, era distinta. ¿Han escuchado más de alguna vez del Hentai? El Hentai es la porno de anime, el anime, son las caricaturas chinas, como Yu-Gi-Oh, Dragon Ball Z, y cuestiones muy japonesas, chinas o coreanas. Bueno… ahora qué tal… si… ¿Han escuchado del Yaoi? Bueno, para los que no, el Yaoi, es como el Hentai, solo que para los homosexuales, es decir, porno gay en caricaturas chinas. Y ahí estaba acostado en la cama viendo Yaoi, tuve una erección, pero realmente no sabía si eso era o no era normal, es decir: ¡Es Anime! ¡Son caricaturas! ¡Dibujos Animados! ¡Anime! Supuse que era una locura, y una vez acabada la escena apagué la televisión, pero en mi mente quedó la imagen de uno de los dibujos, y es que era tan perfecto, no era tan musculoso, simplemente estaba marcado, tenía su pelo largo, con fleco sobre su frente, pero no del todo perfecto, sino que simplemente mechones, sus ojos enormes, nariz no del todo respingada pero si un poco alargada, sus labios delgados, era alto, y esbelto, realmente el dibujante había podido hacer un buen trabajo. Meses anteriores, yo había hecho uno parecido, suponiendo que era el hombre perfecto, pero lamenté que quedara en dibujo nada màs.
Esa noche me acosté a dormir como cualquier otra noche, abrí mis ojos en la oscuridad de mi habitación y lograba ver las siluetas de los muebles y prendas que había dejado un tanto desordenadas, luego dirigí mi mirada hacia el frente derecho y vi mi guardarropa, y a continuación cerré los ojos y dormí. Escuché unos ruidos en mi guardarropa, y creí que era una cucaracha, pero luego el ruido se tornó un poco más fuerte, y pensé en que era una rata, pero al pasar el tiempo, los ruidos fueron tomando forma y parecía que alguien estaba dentro de mi guardarropa, pero, quién podría ser si no había nadie en la casa esa noche. Por un momento el miedo me tuvo sujeto, pensando en que podrían ser rateros dentro de la casa, pero decidí relajarme y taparme bien con las chamarras. Poco a poco escuché como alguien abría la puerta de mi guardarropa, entonces me levanté asustado y logré ver una silueta de un sujeto pasar hacia un área de mi cuarto oscura, entonces pregunté – ¡Quién está ahí! –y nadie contesto, luego amenacé – ¡Quién diablos está ahí! ¡Te daré una paliza maldita rata! ¡Dime quién eres! –entonces, me levanté poco a poco a encender la luz, pero antes de encenderla me hablaron –¡Detente! –y nuevamente pregunté quién era, y él contestó –Si te contesto realmente, no me creerías, y necesito que me creas. –entonces me detuve y volví a preguntar quién era –Sigue mis instrucciones –ordenó el sujeto en la oscuridad. –¡Te mandaré a la mierda! –grité, y él amenazó con matarme si me movía. –Sigue mis instrucciones si quieres vivir. Ve y acuéstate. –y yo obedecí con gran pánico. –descansa –concluyó el tipejo y luego el silencio invadió mi habitación. No me levanté de mi cama por miedo, y aunque no dormí en toda la noche, prefería estar seguro de todo los movimientos de ese tipo, aunque a decir verdad, al amanecer, la luz iluminó mi habitación y al revisar, tal tipo no existía. Revisé toda la casa y todo estaba en orden. No habían robado nada. Ese Lunes, estaba incomodo, no sabía qué había ocurrido exactamente, no sabía ni cómo se metió el tipo a la casa y cómo desapareció sin casi hacer ruido. Al anochecer, de nuevo el pánico inicio a invadirme, pues aún estaba solo y mi familia toda estaba por Antigua Guatemala de paseo.
Me quedé toda la noche con las luces encendidas, pero al pasar las horas la luz me molestó y apagué la luz que estaba en mi mesita de noche. Nuevamente los ruidos de mi armario, pero esta vez hice como si estaba dormido, pero luego, al sentir la presencia de alguien ahí viéndome, decidí preguntar a voz en cuello – ¿Otra vez por aquí? –y hubo un silencio, que casi me hace creer que estaba hablando solo, pero afirmé que había alguien nuevamente en voz en cuello repitiendo la misma pregunta y ésta vez el sujeto me contestó – ¿No puedo venir a verte? –entonces pregunté quién era. Y él me dijo su nombre –Diego, me llamo Diego. –y yo contesté –¡Mira nomás! ¡Yo también me llamo Diego! –y tras una pausa pregunté qué hacía en mi cuarto. Y él contestó que no sabía qué hacía en mi cuarto, que simplemente despertó dentro del armario. –¡Imposible! ¡Revise el armario en el día y antes de dormir y no había nada! –afirmé, entonces una linterna se encendió, era la linterna que tenía en mi escritorio y me iluminó el rostro. –y…tu… ¿cómo te llamas? –me preguntó, y dije nuevamente mi nombre. Luego, él se sentó en la cama y apagó la linterna. –Déjame tocar tu rostro –pidió. Y yo acepté. Pero al sentir sus manos sobre mi rostro, pude percibir algo diferente en él, sus manos estaban frías, y parecían papel. –tus manos –comenté y al intentar sujetarlo huyó de mi. –No puedes tocarme –sentenció asustado –no creerías nada de lo que está ocurriendo –y pregunté qué estaba ocurriendo, después de todo, tenía derecho ¿no? era MI HABITACIÓN, MI ESPACIO, EXIJÍA UNA EXPLICACIÓN, entonces, él nuevamente se sentó cerca de mi, y trató de explicar con dificultad –verás… no se por qué estoy aquí, te juro que simplemente despierto dentro de tu armario todas las noches. Ya llevo semanas despertando ahí, y no se cómo pero… creo que… que… tu… me gustas. No quiero hacerte daño, en serio. Sé que suena extraño, pero simplemente… de la nada me enamoré de ti. No sé qué sucede exactamente por los días, no he visto luz nunca, más que con la linterna que tienes en tu escritorio. Todas las noches te veo dormir, y a veces me siento a sobar tu espalda. Estas últimas noches me he sentido más cómodo, creo que estás solo en tu casa, ¿verdad? No está tu molesta hermana que se desvela escribiendo para su novio. –y yo con los ojos tan abiertos como dos platos planos en la oscuridad pregunté que cómo era posible que él supiera todo eso, y con una risa brava contesto –¡JA! ¿O sea que crees que me voy a quedar en tu cuarto todas las noches? Conozco toda tu casa, pero mi área favorita definitivamente es tu cuarto. –entonces intenté prender la luz –Dime ya, ¡Quién rayos eres! –y al darme cuenta que la luz no funcionaba pregunté qué había sucedido y él contestó –la he desconectado, para que no me veas, si me ves… creo que te desmayaras. ¡No insistas en verme! ¡No soy normal! ¡No sé qué hago aquí! ¡Lo único que sé es que despierto todas las noches en tu armario y estoy locamente enamorado de ti! ¡Ya quiero besarte! –y con susto exclamé –¡QUÉ! ¡ESTÁS LOCO! ¡NI SIQUIERA TE HE VISTO! –entonces él me dijo que me recostara y de estar sentado en mi cama pasé a recostarme. Y él me sobó el cabello y luego la espalda. –entonces… tu también eres gay ¿verdad? –pregunté torciendo mis cejas bajo la oscuridad de mi habitación. Se recostó a la par mía, no contestó nada y noté que era muchísimo más alto que yo, pero de la nada se volvió de mi tamaño entonces me senté nuevamente y grité –¿QUÉ A CASO ESTAS ENDEMONIADO? ¿CÓMO HICISTE ESO? –y el asustado cuestionó –¡HACER QUÈ! –y yo abriendo los ojos para distinguir algo más que su silueta le contesté –¡Eso! ¿Cómo redujiste tu tamaño? ¡Estoy seguro que eras más alto que yo y de la nada te volviste de mi tamaño! ¿Crees que no sentí el cambio? ¡Estabas recostado a la par mía, POR FAVOR! –entonces él de lo más tranquilo contestó –¿te refieres a cambiar de tamaño? ¡JA JA! Pero si eso siempre lo hago. Pero prefiero no entrar en detalles. –y luego se escuchó el ladrido de Max, mi perro. –¡MAX! –susurró asustado y se metió a las sabanas conmigo. Y yo empecé a reír –jaja, a ver… ¿Max? ¿Te asusta Max? ¡Por favor! ¡Es un Chihuahua! ¿Qué puede hacer un Chihuahua? –y el contestó enojado –a ver, que ¿Qué puede hacer? ¡Me rompió el pie de una mordida hace una semana! ¡Casi hace que me atrape tu mamá gracias a sus ladridos hace dos semanas! ¡Me deshizo mi tenis con su pipi! ¡Es un arma mortal! –entonces, sin entender mucho de lo que me decía decidí decirle que se mostrara y se negó nuevamente entonces abrí bien, bien los ojos en la oscuridad y vi sus enormes ojos y nariz perfecta y me aterró y me envolví entre todas mis sabanas. –pero… ¡TU NO ERES NORMAL! ¿Pero qué cretino te ha desfigurado de tal manera? –pregunté casi muriendo del miedo. Y el muy deprimido contestó –no se, no se. Simplemente así soy yo. Y no se por qué soy distinto a los demás. Te he observado a ti y a tu familia durante semanas y luego me veo en el espejo y logro notar un gran cambio entre tu y yo. Entre ustedes y yo. –y se colocó cabizbajo. Y yo con miedo poco a poco me acerqué hacia él y sobé su espalda y noté que era plana. Luego noté que su estructura se basaba en un solo plano, parecía una hoja de papel. Y aterrado se lo comenté casi pensando que era una anorexia increíble. –No es una anorexia –contestó, y luego se paró y fue hacia el interruptor de la luz y me hizo prometer que, pasara lo que pasara, no le dejaría de hablar. Y lo prometí, y tras prometerlo, encendió la luz.
a pocos minutos....
ALERTA
El relato de acontinuación puede contener escenas XXX XD para adultos, si es menor de edad se aconseja el acompañamiento de un adulto. U_u haha ehm... nombre no tan asi. xD pero casi. Ehm... en fin! Espero ke la disfruten ok! :D Ya les dije... tiene escenas algo pornosas gay xD y es demasiado fantasiosa. No es mi genero favorito a escribir.... pero supongo que me ilusione con ésta historia. xD weno... a pocos minutos de publicar el primer capitulo, espero que lo disfruten, y que mantengan el seguimiento semana a semana de cada nuevo capitulo de Conociendo a Dave.
El relato de acontinuación puede contener escenas XXX XD para adultos, si es menor de edad se aconseja el acompañamiento de un adulto. U_u haha ehm... nombre no tan asi. xD pero casi. Ehm... en fin! Espero ke la disfruten ok! :D Ya les dije... tiene escenas algo pornosas gay xD y es demasiado fantasiosa. No es mi genero favorito a escribir.... pero supongo que me ilusione con ésta historia. xD weno... a pocos minutos de publicar el primer capitulo, espero que lo disfruten, y que mantengan el seguimiento semana a semana de cada nuevo capitulo de Conociendo a Dave.
miércoles, 8 de octubre de 2008
Falta Poco
Saludos Terricolas!
Faltan pocas horas para que el estreno, de mi nueva novela "Conociendo a Dave" esté online a disposición de ustedes. Desde siempre me ha gustado escribir, de hecho, mi primera novela la hice a los 10 años, años despues, la encontré refundida en un escritorio, y no me quedó más que reirme y romper los manuscritos, no apreciando mi talento. He escrito una buena cantidad de historias, pero nunca las finalizo ni publico, pero con esta herramienta, espero poder transmitir las historias que cuento, y que las disfruten. Ahora... bien, Conociendo a Dave, fue una idea que realmente no lleva mucho tiempo de trabajo, se me ocurrió en las largas horas de plática con mi mejor amigo. Quien sin querer, hizo que se me encendiera el foco, y escribiera. Espero que sea de su agrado y que no sean homofobicos, pues es una serie que lleva algo de romance gay. Aunque la verdad, hay un enfoque más mágico y fantasioso.
Me despido con un fuerte abrazo y deseo que esta historia que inicia, sea de su agrado y los entretenga en las largas horas que muchas veces uno pasa en internet. La novela ya esta encaminada, sin embargo, no publicaré todo lo que llevo de la historia, porque aún tienen que modificarse algunas cosas, y para que no se coman tan rapido la historia. Espero comments de su parte para saber qué les parecio. Y por si quieren que escriba de algún tema en especial, también será tomado en cuenta. Ahora sí, esperemos pues las próximas horas anciosamente a que Conociendo a Dave, este publicado para ustedes.
Un fuerte abrazo.
PRÓXIMAMENTE
Prónto, un mundo lleno de imaginación en donde el amor y la paz pueden reinar en la oscuirdad. xD
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Conociendo a Dave,
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