Pensé en estar dormido y me pellizqué y luego enloquecí y me somataba objetos en la cabeza y gritaba pidiendo ayuda para que alguien me despertara, y él inclinó su rostro haciendo una mueca de dolor con sus ojos entrecerrados y mejillas comprimidas. Parecía que le dolía lo que yo hacía, entonces me arrinconé en la cabecera de mi cama, y decidí tranquilizarme –esto… No es posible ¿Verdad? –y él asintió con su cabeza y luego se acercó poco a poco a mí, me daba miedo hablar con un dibujo animado. El se sentó a los pies de mi cama y cabizbajo confirmó que sabía que iba a tener esa reacción, y rodó una lágrima sobre su mejilla y cuando la secó, noté que le faltaban dos dedos, tras un largo silencio pregunté qué le había sucedido y contestó –Max –y luego entendí su temor al diminuto chihuahua. –Pero… ¿Cómo es esto posible? ¡Es increíble! A ver, a ver, a ver, a ver… dime, ¿de dónde vienes? ¿Qué haces en mi habitación? ¿cómo conseguiste llegar a mi? ¿Por qué has estado encerrado en mi casa? ¿Vienes de algún otro mundo? –y él sonriendo un poco apenado mencionó que lo único que sabía, era que despertaba en el armario, entonces fui y volví a revisar: ropa aquí, ropa allá, suéteres, jeans, bufandas, había de todo y era casi imposible que saliera de mi armario. Luego me arrodillé a seguir buscando por los suelos del armario pero no encontré nada. Me levanté y lo observé fijamente casi sin poderlo creer, era de mi estatura, su nariz casi perfecta, sus mechones del abombado pelo café. Traía un pantalón de tela verde musgo y una camisa con un cuello extraño que hacía que se le viera un poco el pecho, de tela beige. Me dirigí hacia él con temor, y luego le extendí mi mano para que él también me la diera y él también con temor poco a poco la extendió y al tomar su mano, sentí una sensación extraña, sentí como si estuviera tocando al hombre casi perfecto mezclado con un gran pánico. Su mano en un solo plano era delgada, dedos largos, uñas bien cuidadas, pero, aún faltaban dos dedos; fui a mi escritorio y tome una hoja de papel carta –ven –sentencié y él obedeció, tomé su mano y terminé de dibujar sus dos dedos, luego con una tijera recorté los dedos y se los pegué con cinta adhesiva transparente y al finalizar el acto, el muñeco de papel elevó su mano a la altura de su rostro y movilizó sus cinco dedos viéndolos fijamente con sus enormes ojos y luego me agradeció y como por arte de magia, su rostro se torno redondo, cachetón, sus ojos se achinaron y sus dos cejas se curvearon, y sus mejillas se enrojecieron apenadamente. –No tenías qué hacerlo –mencionó mientras se movía de adelante hacia atrás con esa expresión tan tierna en su rostro –pero gracias, fue un gesto lindo de tu parte –terminó diciendo.
En mi vida había visto cosas extrañas, pero esto era distinto y sin duda algo que no muchos han vivido. –Cómo…cómo…es posible lo que estoy viviendo. –me preguntaba sujeto a mi armario y cuando volteé a ver de nuevo al muñeco de papel seguía ahí parado viéndome fijamente y preguntó –¿Es que no te agrado entonces? –y un signo de interrogación gigantesco se le posaba flotando sobre su cabeza mágicamente y su rostro nuevamente cambiaba de expresión hacia una de ojos horizontales repletos de sarcasmo y boca torcida. Le expliqué que no era normal lo que estaba pasando en ese momento, y lo cuestioné en asuntos básicos pero no me sabía decir mucho.
-…pero entonces…a ver… no entiendo. ¿Hace cuánto estas viviendo aquí? –y el sonriente contestó –no sé, a penas días, semanas, meses podrían ser años. La verdad no se. No recuerdo que me hayan enseñado el tiempo. –y arqueó sus ojos en forma de dos arco iris y sus mejillas enrojecieron.
-no, no, no, no, no, dijiste que hace algunas semanas, exactamente ¿Cuántas?
-¡Eso no lo sé! ¡Supongo que unas cuantas!
-y entonces… ¿de dónde eres?
-Del armario –dijo con sonrisa de oreja a oreja –creí que ya te lo había comentado.
-¿Del armario? No, no. Tienes que tener una nacionalidad.
-¿Nacionalidad? ¿Qué es una nacionalidad? –preguntó torciendo sus cejas exageradamente.
-¡Qué no le perteneces a ningún país!
-Te podría pertenecer a ti si quieres –comentó y sus ojos se transformaron en dos corazones que aumentaban y reducían de tamaño con ritmo. Realmente veía un caso perdido en él y es que él tomaba el asunto con un relajamiento increíble, ¿qué acaso era el único metido en un lío como ese? A él lo único que le interesaba era yo, y nada más, no sabía qué era una nacionalidad, no sabía su edad, no tenía ni la más mínima idea que el tiempo se podía medir, utilizaba expresiones extremadamente exageradas y se llamaba a sí mismo Diego. Decidí recostarme un rato en mi cama, mientras el muñeco de papel se movía por todo mi cuarto haciendo y deshaciendo signos de interrogación que se colocaban sobre su cabeza y me comentaba –¡Hey! ¡Tu cuarto luce mejor con luz! –y mientras decía esto curioseaba las gavetas de los muebles, y todo objeto que se le pusiera en frente, cada vez que un nuevo signo flotaba sobre su cabeza, al terminar el sentimiento expresado, el signo se hacía una pelota de papel arrugada automáticamente y se caía al suelo –antes solo miraba en tinieblas –comentaba haciendo sus ojos diminutos como si fueran dos letras “U” y su boquita la reducía de tamaño y la ponía triste.
Me tapé la cara con mi almohada y pensé "
A la mañana siguiente, abrí mis ojos, y había dormido como un bebe, y no tardé tanto en recordar la tediosa noche que recién pasaba, eso causó mi levantada de cuerpo rápido a revisar que todo estuviera en orden, y cabalmente, todo en orden, como si nada hubiera pasado; pero noté bastantes pelotas de papel arrugado tiradas sobre el suelo y sobre mi escritorio una carita feliz hecha de clips. Luego la canción de “Please Don’t Stop the Music” empezó a sonar en mi celular, lo cuál hizo que brincara de donde estaba. Era mi mamá que me llamaba desde Antigua Guatemala –¿alo? ¡Mijo! ¿Cómo has estado? ¿Todo bien? ¿Ha llegado Herminia a hacer limpieza? ¿Has comido? –y yo con un tanto de sueño contesté que sí estaba bien, que sí había venido Herminia a hacer la limpieza, que sí había estado alimentándome, etcétera, etcétera, etcétera. Y luego del saludo y de informarla de lo general agregó que se quedarían unas noches más, posiblemente unas tres más y que me anduviera con cuidado y muy bien portado, que no me aprovechara de estar solo por la casa y tratándola de cortar rápido dije que me urgía alistarme para ir a trabajar. Luego de cortar, revisé las bolas de papel arrugado que estaban tiradas en el suelo y al abrir el papel, eran signos de admiración, de interrogación, y de otra clase de signos, me quedé muy pensativo en que cómo era posible lo que había sucedido, ¿Sería cierto aquello ocurrido?, pero al revisar la hora salí disparado a bañarme y alistarme, al abrir el armario tenía miedo, pero nada sucedió, todo estaba en orden, o en lo que “cabe” de mi orden, es decir: “camisas por aquí, camisas por allá, jeans, bufandas y demás accesorios regados” tomé un vaso de jugo de naranja, cepillé mis dientes y salí disparado al auto, lo arranqué y me dirigí al centro comercial en el que estaba trabajando como vacacionista vendiendo lociones en el primer nivel, y ahí estaba yo, con una camisa polo negra con el logotipo de la empresa bordado en las mangas y en el pecho. Entré y sonreí a la gente como de costumbre, saludé a Carmen, la jefa del departamento de lociones y perfumes y seguido de esto a los demás compañeros que con el tiempo nos íbamos chocando. A decir verdad, el trabajo lo conseguí únicamente porque no quería estar aburrido en mis vacaciones, estar trabajando me distraería y además, había un nuevo blanco: Andrés; moreno claro, ojos grandes, pestañas largas y dobladas, buen porte, sonrisa amplia, dientudo, segundo nivel, departamento de juguetes y a veces le tocaba hacer de cuenta cuentos. Al inicio nos topábamos en el elevador, en las gradas eléctricas, pero poco a poco nos controlamos los horarios de comida, de receso, los mandados, etc. Y las chocadas con él ya no eran de tan “pura casualidad” sino que las ocasionábamos. –y… entonces… ¿hay gafetes para llevar al segundo nivel? –pregunté a Carmen, mi jefa, y ella con sus ojos verdes redondos y su maldito tic contestó –no cielo, ya fue Luis –y con sus muñecas a la altura del pecho colgadas como si fuera una fufa terminó agregando –siempre gracias –y siguió parpadeando muchas veces y se volteó a seguir trabajando y yo urgido de ir al segundo nivel le toqué el hombro por la espalda y agregué –¿y qué tal volantes? –y ella sonrió y me dijo: “NO” –quizás ¿“muestras gratis”? –y nuevamente negó con su cabeza –¿Algún sencillo para caja? –y ella seguía negando –bueno, ehm… ¿algún mandado? –y ella se volteó, me miro fijamente a los ojos y dijo –no cielo, gracias. No. –y sus ojos quedaron nuevamente parpadeando ochenta veces por segundo. Y yo con una sonrisa hipócrita asentí y di pasos hacia atrás para retirarme pero ella me detuvo por el hombro y mencionó –cielo, no hay nada que tengas que ir a hacer arriba, pero te he observado y sé que los jóvenes como tú necesitan de esas locas aventuras –y al mencionar esto movió sus muñecas de un lado a otro como si sus muñecas fuesen de hule. –Así que… ve por ella cielo, atrápala, conquístala, eres un león. –y rió como una especie de bruja. Yo obviamente también devolví la risa casi diabólica que ella dio y frunciendo mi nariz con una sonrisa de oreja a oreja contesté –¡Eso es! ¡yo soy el león! –y empuñé mi mano y la agité como “ganador” y seguido de esto salí casi disparado al segundo nivel y a mis espaldas escuché su voz que decía “no tardes tanto”.
Subí las gradas eléctricas casi corriendo y un policía me pitó para que tuviera precaución, y una vez en el segundo nivel, departamento de niños; me tranquilicé y actué como si nada estuviera pasando, entonces caminé algunos metros después de la ropa de niñas y lo ví entre los pacillos arrodillado ordenando juguetes. Me dirigí hacia él, y le toqué la espalda con un dedo y muy galán saludé –buenos días –y él se sorprendió y me devolvió el saludo empuñando su mano y chocándola contra la mía. –¿tan temprano por acá? –Preguntó con una sonrisa en sus labios y yo peinándome con mis dos manos mi copete hacia arriba contesté –pues si no me quieres por acá, me voy. –y levanté mis cejas y él me dio un puñetazo en la pierna y se rió y agregó que estaba bien por él si estaba ahí. Me senté a su lado en el piso y pregunté qué hacía y contestó que ordenando juguetes que los niños habían dejado tirados el día anterior. Lo ayudé a levantar los juguetes y una vez listos pregunté qué haría esa noche, contestó que tenía planes con su abuela y su mamá para cocinar y pasar tiempo familiar. –y yo que te iba a llevar a ver una película –comenté con risas. Y él solo torció sus cejas y lo lamentó. –Bueno –agregué viendo el suelo de colores –pero, quizás y un día de éstos sí puedas. ¿Verdad? –y él asintió mientras jugaba con sus pulgares –la verdad, no hay ninguna película que me llame la atención por ahora, todas las que están en cartelera se miran aburridas. –me dijo. Y yo sin perder oportunidad pregunté qué clase de películas le gustaban y contestó que las de terror. –tengo una muy buena en casa –agregué para simpatizar –quizás un día de éstos puedas venir. –y Andrés muy sonriente dijo que le parecía le idea, y yo sin perder el tiempo puse fecha –¿mañana? –y le di de mis sonrisas más picaras viéndolo fijamente y él devolviendo la sonrisa afirmó. Luego nos quedamos viendo fijos y parecía que nos hubieran puesto anestesia en la boca, porque nuestras sonrisas no se borraban, ya hace tiempo, desde que empecé a trabajar nos hemos estado platicando y topando, entonces pensé a mis adentros "ya esta que éste fijo es del rollo"
Volví con Carmen y guiñándome el ojo y su diminuta nariz, hizo la mano como si fuera una especie de garra de león y me mandó a ordenar frascos de perfume con Alicia, otra vacacionista. Ahora sí, estaba seguro que iba a tener una buena cita, después de todo, me gustaba, me caía bien, se miraba un buen muchacho y ya llevaba un buen rato sin tener nada de nada con nadie. Por detrás de la vitrina de perfumes estaba Alicia, aquella chica de tez blanca, gordita, pelirroja que casi siempre estaba a disposición del cliente, la saludé y ayudé a acomodar paquetes de lociones y cajas de perfumes. Mientras ordenábamos las cajas me mencionaba que tenía algunos problemas en su cabeza, y justo cuando me los iba a comentar, Carmen interrumpió diciendo que nos apresuráramos a ordenar las cajas, y obedeciéndole Alicia me miró de reojo y dijo –se lo cuento en el almuerzo. –y calló, y de ahí no volvió a hablar mucho, simplemente para cosas de trabajo. Pasaron las horas y llegó la hora de almuerzo y agarrados del brazo fuimos a los restaurantes del centro comercial a comprar unas pizzas para comer; la noté muy callada y le pregunté sobre su problema y confesó –bueno, no es mi problema en realidad, sino que de mi hermano, pero he estado afligida por él. –y yo frunciendo mis cejas contesté –¿Luís? ¿y ahora en qué líos anda metido? –Luís, es el hermano de Alicia, ambos somos los menores de la familia, en realidad, nosotros con mi hermana solo somos dos, pero Alicia tiene tres hermanos más, pero dos de ellos ya están casados y solo vive con Luís y sus papás, es decir, estamos en una situación muy parecida, Luís es de los que vive metidos en líos, negocios, parrandas, es un mundo de posibilidades, nunca nadie sabe qué se puede esperar con él, recién que lo vi cuando llegó por Alicia al Centro Comercial, me lo presentó por la ventana del auto, es muy parecido a Alicia. Me contó que su hermano había por decirlo así: “metido las patas” embarazó a su novia que a duras penas llevaban tres meses de novios, comentaba que Luís estaba nervioso y no sabía qué hacer con los papás de la novia, él fácil era un hombre que se podía mantener y edad tenía para irse a vivir con su novia, pero huía de los compromisos y por su mente había pasado un aborto, Alicia afligida mencionaba –pero, ¡dígame Diego! ¡Por qué mi hermano es tan idiota? ¿Se da cuenta? ¡Es una vida la que va a traer al mundo! La verdad me ofendió cuando me mencionó sobre su idea del aborto, sé que no quería decirlo, simplemente quiere huir del asunto. –y luego tiró un gran suspiro mientras arreglaba su pelirrojo cabello liso. Agregó que prefería no pensar tanto en eso y que mejor le contara yo algo. Mientras me lo decía logré divisar a mi nuevo blanco, estaba comprando comida china, me disculpé y permití una interrupción en nuestra conversación con Alicia y tomada del brazo la guié hacia la comida china y ella queriéndome llevar hacia la pizzería le dije que la alcanzaba al rato y aceptó, me fui a paso rápido hacia la comida china y en el camino pensaba << ¡yo soy el león! ¡Yo soy el león!>> y se me venía la imagen de aquella señora con su mano garra y su tic en los ojos. –con que comida china. –comenté mientras lo sobaba indirectamente por la cintura y Andrés sorprendido sonrió y dijo que era por puras ganas de una compañera de su área. –Bueno –agregué –quizás sea buena idea pedir comida china para mañana ¿no? –y él sonriendo contestó –por mi, tortillas con fríjol está bien, siempre y cuando tenga buena compañía –y guiñando su ojo, tomó sus bolsas de comida y se retiró muy cuzco <<>>> pensé a mis adentros mientras iba de regreso con Alicia, ya con una sonrisa puesta en mis labios.
El día de trabajo no importa tanto, en realidad, lo mejor de mi día estuvo ya en la noche, ya casi no había gente en el almacén, y noté a Andrés bajar de las gradas eléctricas ya con sus cosas, se acercó a mi y con una sonrisa se despidió –me voy, pero, no me quería ir sin mi muestra de Fahrenheit. –y rió un poco. Fui al muestrario y tomé un botecito de plástico de Fahrenheit y teniéndolo en la mano le dije – ¿me permite? –y curvé una de mis cejas; él asintió y le eché un poco en su cuello y en sus muñecas y él regó la loción. Lo tomé por la cintura y asegurándome que no hubiera gente por el almacén; me acerqué a olerle el cuello y rocé mi nariz por su piel. –bastante bien. –Aseguré mientras me alejaba y él lo agradeció –es un aroma dulce, no a todos los hombres les va. –y sonrió –hasta mañana. –finalizó. Se dio media vuelta y se marchó. Odio que los hombres se hagan los difíciles, es decir, es lo bueno de ser gay, casi todos los hombres son regalados, pero sin duda alguna, los difíciles, al igual que las mujeres, logran su objetivo, llamar la atención de gente burra como yo, para seguirlos.
Nueve y media de la noche, y yo estaba llegando a mi casa, no paraba de pensar en Andrés, y entrando a la sala de mi casa, observé el televisor y pensé << ¿Qué vas a hacer Diego? ¡Ni siquiera tienes una película de terror!>> y un poco de aflicción entró en mi. Me dirigí a mi habitación y por el camino me iba desnudando para llegar a cambiarme a un bóxer y playera más cómodos. Encendí la luz de mi habitación y logré ver a un ser esbelto que se volteaba sorprendido y con un gesto tremendamente alegre saltó de emoción de la cama y me dijo: “¡VINISTE!”.
3 comentarios:
Eh... pues este me gustó más jeje. El principio (o continuación) maso, pero la historia del Mall se puso más interesante. Por cierto, los "<<>>" tienen algo?? porque si es asi, no salió el texto, y si no... ps no entendí entoncs qué significan jaja. Me sacó la risa la tal Carmen jajaja se me hace... Umm, en conclusión, le doy un 9 a la historia de este cap; comparado al 6.5 del anterior está bien, no? jaja, Orale!
amm... ps este capituloo esta mas decente jejej ps me gustooo muchooo ia kierooo leer el otroo waaa m vas a hacer adicta a tu cosa estaa jejeje... weno ps artutin pilas q ia kiero el 3
baiii
jeje... bueno si me gusto bastante este capitulo, estuvo mas interesante que el anterior, me gusto esa su historia en el centro comercial estubo bueno, espero que tengan algo jijiji, aunque me daria cosa por el enamorado anime =( bueno ps alturix estoy esperando el tercero espero que tenga nuevas sorpresas.... att AriBenshiX
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